Asbestosis, cáncer de pulmón, mesotelioma: se estima que la exposición ocupacional al amianto provoca cerca de 107.000 muertes anuales en todo el mundo. Tanto en los países donde su uso está prohibido como en los que todavía lo utilizan, gran número de trabajadores tienen un elevado riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con el amianto.
Cada fibra de amianto que se extrae de la tierra expone repetidamente a muchas personas durante su ciclo de vida, desde la extracción de rocas que lo contienen, hasta la fabricación de productos con amianto, y aún después, durante su uso, reparación, demolición y eliminación.
El Collegium Ramazzini, una sociedad científica internacional dedicada a la medicina ocupacional y ambiental, emitió el pasado junio una declaración oficial en la que, basándose en la evidencia científica de que todos los tipos de amianto (incluido el crisotilo, la forma más utilizada) causan cánceres, pone de manifiesto que la acción responsable y coherente en salud pública es prohibir toda extracción y uso del asbesto.
Esta opinión viene reforzada por la también documentada disponibilidad en el mercado de materiales más seguros, y que son rentables, como alternativas al uso del amianto.
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Por ejemplo, las fibras de alcohol de polivinilo, de polipropileno y de celulosa se pueden utilizar en lugar de asbesto para elaborar productos de construcción, como las láminas planas y onduladas de fibrocemento que se utilizan en techos y paredes. Prácticamente la totalidad de las fibras poliméricas y de celulosa utilizadas en lugar de amianto en láminas de fibrocemento son mayores de 10 micras de diámetro y por lo tanto son no respirables.
Otras opciones para fabricar materiales de construcción ligeros es el uso de cemento, arena, grava y fibras vegetales disponibles a nivel local, como el yute, el cáñamo, la palma o la pulpa de madera.
Desde 1993, el Collegium Ramazzini ha reivindicado en repetidas ocasiones la prohibición total del amianto, ya que no existe un nivel seguro de exposición. Según esta institución, la exposición ocupacional al amianto provoca unas 107.000 muertes anuales en todo el mundo, muchas de ellas evitables.
Tanto en los países que han prohibido el amianto como en aquellos que todavía lo utilizan, un gran número de trabajadores siguen en riesgo de desarrollar enfermedades asociadas al amianto (debido a la exposición al material en el pasado. La mayoría de estas personas no estan dentro de un plan de vigilancia de la salud para monitorizar la posible aparición de síntomas.
Debido a su largo periodo de latencia, la epidemia de enfermedades relacionadas con el amianto probablemente no llegará a su máximo hasta, al menos, una década en los países más industrializados y hasta dentro de varias décadas en los países industrializados. Para el Collegium, esta pandemia es una prioridad internacional urgente en la que hay que actuar para proteger la salud de los trabajadores.
Fuente: Collegium Ramazzini