El control de las poblaciones de cotorras argentinas y de cotorras de Kramer en las ciudades españolas es un asunto con grandes lagunas de competencias por parte de las diversas administraciones. A pesar de que están incluidas en el Catálogo Español de Especies Invasoras, no existen estrategias coordinadas a nivel nacional, ni de CCAA, y solo algunas ciudades han decidido finalmente actuar individualmente, cada una con los medios y la información de que disponen.
El plan que está ultimando el Ayuntamiento de Madrid para reducir la población de cotorras en la ciudad es noticia estos días. Según un estudio realizado recientemente por la Sociedad Española de Ornitología SEO/Birdlife, el censo de cotorra argentina en los parques de Madrid ha crecido un 33 % en los últimos tres años, pasando de las 9.000 registradas en 2016 a las 12.000 que se han contabilizado este año.
Este no es un hecho aislado, las poblaciones de cotorras crecen exponencialmente también en otras ciudades españolas, como Barcelona, Sevilla, Málaga o Valencia. Y con ellas, los problemas que originan estas aves invasoras sobre la biodiversidad y las molestias para los ciudadanos.
Se sabe cómo se llenó España de cotorras, a través del tráfico legal de animales mascota. En un estudio realizado por científicos de la Universidad de Málaga y publicado en BioOne se estima que en España se han llegado a importar de Uruguay y Argentina hasta 190.000 ejemplares de cotorra argentina (Myiopsitta monachus), y de Pakistan y Senegal hasta 63.000 cotorras de Kramer (Psitaccula krameri) en décadas pasadas. Con el agravante de que el 99% de ejemplares de Myiopsitta monachus y el 97% de Psitaccula krameri fueron capturadas en la naturaleza, en sus paises de origen, por lo que no han tenido problemas para sobrevivir en libertad en su nuevo hábitat, al escaparse o ser soltadas.
Lo que es más incierto es cómo vamos a controlar sus crecientes poblaciones en aquellas localidades donde se convierten en una plaga.
Estrategia frente a las cotorras invasoras
La cotorra argentina y la cotorra de Kramer se encuentran incluidas en el Catálogo Español de Especies Invasoras desde el 2011. Esto significa que se da por comprobado el daño que suponen para la diversidad biológica nativa, los ecosistemas y/o actividades como la agricultura.
Al considerarse especie invasora, su comercio y tenencia es ilegal. En el caso de las personas que hayan adoptado ejemplares de estas especies de cotorras antes de esa fecha, están obligadas a mantenerlas hasta su fallecimiento, siendo un delito su suelta.
Pero, figurar en el Catálogo implica no solo prohibir su comercio, sino que obliga a las administraciones a prevenir su expansión y controlar sus poblaciones. Asi se refleja en el Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto, por el que se regula el Catálogo español de especies exóticas invasoras, en cuyo artículo 15 se establece que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, y las comunidades autónomas, elaborarán coordinadamente estrategias orientativas de gestión, control y posible erradicación de especies exóticas invasoras incluidas en el catálogo.
La Sociedad Española de Ornitología, SEO/BirdLife, expone que al ser dos especies invasoras que se encuentra en más de una autonomía, el Gobierno de España podría haber desarrollado una estrategia nacional para su control, como se ha hecho en otros casos como el visón americano o el mejillón cebra. Establecer un marco de actuación riguroso y fundamentado en información científica sería de gran ayuda para las comunidades autónomas y los ayuntamientos, que también tienen competencia en este ámbito.
Lamentablemente esa estrategia por el momento no existe.
Ciudades contra cotorras
A nivel de comunidades autónomas, SEO/BirdLife destaca que ninguna de ellas ha adoptado medidas, para las que son competentes, en el caso de las cotorras. Las lagunas de responsabilidades y competencias entre las administraciones provoca que se dilaten los procesos de gestión, se agrave el problema y se encarezca la solución.
Tan sólo algunas ciudades han emprendido, hasta el momento, acciones individualmente, con los medios e información de que disponen. Para SEO/Birdlife, la evidencia científica deja claro que es preciso actuar sobre ejemplares adultos si se quiere atajar verdaderamente el problema de las cotorras. Por ejemplo, se ha demostrado que las acciones individuales sobre nidos (que son rápidamente reconstruidos) contribuyen a dispersar las poblaciones y, en un contexto en el que gorriones y otras aves urbanas están en declive, emplear piensos esterilizantes u otros métodos no selectivos no se considera adecuado, dado que otras especies no diana pueden ingerirlos.
Zaragoza es por ahora la única ciudad española que ha conseguido solucionar la plaga urbana de cotorras argentinas y de Kramer. Además de realizar durante años intervenciones sobre los nidos, sobre las puestas y la captura de adultos con resultados limitados, el ayuntamiento de Zaragoza inició en 2014 pruebas sobre el control selectivo de adultos mediante el empleo de un arma de perdigones, conscientes por un lado de que es un método fácilmente selectivo y de bajo coste, pero con una posible repercusión social, que debe ser gestionada adecuadamente. Éste resultó ser en Zaragoza el método más eficiente y de menor coste, que ha permitido el control deseado en cada colonia, ha posibilitado la eliminación de los nidos con garantías de no ser reconstruidos y evitado la reiterada eliminación de pollos nacidos.
En el parque de María Luisa en Sevilla, la presencia de cotorras de Kramer ha reducido en más de un 70% el número de refugios de Nóctulo Mayor (Nyctalus lasiopterus), el murciélago europeo de mayor tamaño y en estado de conservación vulnerable y del cernícalo Primilla (Falco naumanni). En este caso, el ayuntamiento de esta ciudad tiene previsto implementar medidas de control en dicho parque, que permitan la convivencia con las aves autóctonas, reduciendo el exceso de la población invasiva. Se combinará la captura de adultos, entre octubre de 2019 y marzo de 2020, con cajas trampa y redes de captura y la esterilización de huevos en nidos de febrero a mayo, el periodo de puesta.
En el caso de Madrid, el Ayuntamiento ultima un plan integral que se llevará a cabo en otoño de 2020, cuyo objetivo no es reducir las cotorras a cero sino limitar su población, que contempla cazar en las zonas verdes de la capital y sacrificar éticamente a la mayoría de las 12.000 cotorras argentinas que amenazan la seguridad y la biodiversidad de la capital. También se llevará a cabo la esterilización de huevos, una medida que a la larga mermará la población.
Dilema ético
Tanto los ciudadanos como los animalistas parecen coincidir en la necesidad de buscar soluciones para las cotorras invasoras. Sin embargo la situación de estas especies es, en muchos casos, un dilema ético entre su impacto negativo, sobre la biodiversidad o las personas, y la dureza del hecho de matar a estas aves. A esto hay que sumar la dificultad y el alto coste de capturarlas o de habilitar espacios controlados para vivan.
En cualquier caso, la Sociedad Española de Ornitología sostiene que el método elegido para controlarlas esté avalado científicamente, sea efectivo y ofrezca soluciones en el marco temporal adecuado, y que las soluciones se adopten en base al diálogo informado con expertos y colectivos implicados.
Fuentes: SEO BirdLife, madrid.es, elpais.com, zaragoza.es, sevilla.org