Algunas especies de polillas representan un problema en instalaciones de la industria alimentaria donde se almacenan materias primas o productos elaborados. La higiene y la prevención son claves en los programas de control integrado de plagas en estos lugares, en los que el uso de feromonas puede también ayudar a combatirlas, tanto en la monitorización de las poblaciones de polillas como en la disrupción de su ciclo reproductivo.
Las infestaciones de polillas en materias primas o alimentos almacenados puede suponer un alto coste económico, asociado a la pérdida del producto dañado y también a los complejos procesos de desinsectación y desinfección necesarios para tratar este tipo de instalaciones sensibles, donde los tratamientos deben hacerse con la máxima precaución para no afectar a los alimentos.
Tras descubrir una infestación, ya sea mediante un sistema de monitoreo o durante una inspección, el primer paso debería ser la higiene a fondo. Y después debe aplicarse un tratamiento insecticida para solucionar el problema, con la dificultad añadida de que las polillas de productos almacenados están dentro o alrededor del alimento. Pueden utilizarse tratamientos térmicos o aplicar insecticidas químicos. Sin embargo, estos últimos generalmente no se pueden usar sobre o cerca de superficies en contacto con alimentos, por lo que su aplicación debe realizarse con sumo cuidado.
Las polillas tienen un ciclo de vida de metamorfosis completa de huevo/larva/pupa/adulto y, como ocurre con muchas plagas de insectos de productos almacenados, la etapa larval es a menudo la más dañina.
La polilla india Plodia interpunctella y las polillas del género Ephesia (la polilla del tabaco Ephestia elutella, la polilla mediterránea o de la harina Ephestia kuehniella y la polilla de los frutos secos Ephestia cautella) son algunas de las plagas de polillas de alimentos almacenados más extendidas y económicamente perjudiciales. Representan una seria amenaza para la industria de procesamiento de alimentos secos, ya que sus larvas se alimentan y contaminan frutos secos, cereales, chocolate, legumbres y otros productos.
Feromonas en el monitoreo
El uso de feromonas para detectar proactivamente signos de infestaciones incipientes o para monitorizar poblaciones que ya están siendo tratadas es una práctica común desde hace años.
Las feromonas son mensajes químicos específicos de las especies, que comunican algún tipo de información y que, a menudo, desencadenan determinados comportamientos en otros miembros de la misma especie.
Son de gran utilidad en la monitorización activa de infestaciones de polillas. Existe una amplia diversidad de trampas que incorporan un bajo nivel de feromonas y actuan como una polilla hembra, atrayendo a los machos hasta el monitor donde quedan atrapados.
Estos sistemas de monitoreo son efectivos y fiables siempre que se mantengan en buenas condiciones, reemplazando de forma regular las partes adhesivas y el señuelo.
Feromonas en la disrupción de la reproducción
Otra forma de utilizar las feromonas en el control de infestaciones de polillas en alimentos es provocar la interrupción de su ciclo reproductivo. De hecho son soluciones que se complementan y se utilizan de forma paralela.
En este caso se utilizan las mismas feromonas usadas para atraer a las polillas macho durante el monitoreo, pero se aplican en niveles mucho más altos, con el objetivo de perturbar la comunicación entre hembras y machos.
El dispensador de feromonas enmascara el rastro natural de feromonas que dejan las hembras y confunde a los machos, que atraidos por la fuerte señal del dispensador inician su "danza" ritual de apareamiento alrededor del aparato. Esto provoca el agotamiento de los machos frente al dispensador, que mueren sin conseguir encontrar a las hembras y fecundarlas.
El sistema también obliga a las hembras a esperar más tiempo antes del apareamiento, si es que consiguen un macho. A medida que las hembras envejecen, la calidad y cantidad de sus huevos disminuye rápidamente. De modo que, incluso si consiguen finalmente aparearse, los óvulos fertilizados son débiles o incluso no viables.
El resultado del tratamiento es una reducción de las poblaciones de polillas. En infestaciones establecidas, el proceso puede llevar algún tiempo debido a la existencia de individuos en las diversas etapas de desarrollo vital, y también a su ubicación dentro de los alimentos. Para un buen funcionamiento del sistema, los dispensadores deben colocarse manteniendo entre ellos las distancias indicadas por los fabricantes del producto, y deben reemplazarse de forma regular según esté indicado en el producto.
Al inicio del tratamiento es posible que se perciba un incremento de polillas volando en las instalaciones , como respuesta a los altos niveles de feromonas en el aire, y también puede descender el número de polillas captadas en las trampas de monitoreo. Sin embargo, tras este incremento de actividad, las poblaciones inician su declive y el número de individuos desciende.
Fuente: www.pestcontrolnews.com
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