Si se mete la nariz en un recipiente de agua salada donde están sumergidos dos electrodos (uno positivo y el otro negativo) se notará un olor como de lejía.
Lógico, puesto que la eletrolisis del agua salada produce cloro (es por ejemplo el procedimiento utilizado para la desinfección del agua de las piscinas). Algunas mejoras técnicas a esta tecnología han permitido producir un biocida muy potente que no solo contiene ácido hiplocloroso sino también ozono, oxígeno disuelto y dióxido de cloro.
Algunos granjeros franceses han comenzado a utilizar esta nueva solución para la desinfección del agua de sus explotaciones de cerdos. Xavier Denis, cuya explotación está situada en el noroeste del país galo, cuenta su experiencia:
Mi ganado se nutre de un pozo superficial. Al principio yo cloraba el agua, y después me pasé al peróxido de hidrógeno. No obstante, estas medidas no conseguían detener las diarreas que afectaban a mis cerdos. Sabía que les iba a ocurrir, y en cuanto detectaba los primeros síntomas les suministraba colistina durante tres o cuatro días.
Actualmente, y después de realizar una inversión de 7.500?, utiliza el sistema descrito anteriormente. "Una vez puesto en marcha no demanda desembolsos elevados; con 750 Kg. De sal me basta para tratar los 8 m3 usados cotidianamente".
Desde que Denis utiliza este sistema, no sólo se han reducido al mínimo los niveles de contaminantes de sus análisis sino que la salud de los cerdos de su explotación ha mejorado considerablemente.
Nota: extracto traducido de la noticia Porc : le traitement de l'eau par électrolyse, publicado en Paysan breton.