El crecimiento de hongos y bacterias en los sistemas de climatización de los edificios, con la consiguiente contaminación del aire interior, es un tema preocupante. Un estudio comparativo realizado entre intercambiadores de calor fabricados con cobre antimicrobiano y otros fabricados con aluminio, mostró en los primeros una capacidad mucho mayor de limitar la carga microbiana presente en el intercambiador.
Hongos y bacterias en el aire
La carga microbiana presente en determinados ambientes interiores, como bacterias u hongos, tienen un potencial impacto negativo sobre la salud de sus ocupantes, como infecciones, reacciones alérgicas, agudización de los cuadros de asma, efectos tóxicos u otros síntomas, asociados al denominado Sindrome del Edificio Enfermo.
Los hongos patógenos y productores de toxinas, asi como las bacterias, de desarrollan en ambientes oscuros y húmedos, por lo que las condiciones que hallamos en los sistemas de climatización parecen ser un medio ideal para el crecimiento y la propagación de los microbios.
Además, los biofilms bacterianos localizados en los serpentines de los intercambiadores de calor estan asociados a una baja eficiencia en la transferencia de calor, a un aumento de la corrosión y a potenciales problemas de olores. Por lo tanto, lo ideal sería un crecimiento mínimo o nulo de microorganismos en las superficies del sistema de climatización.
La realidad es otra y las poblaciones microbianas en estos sistemas pueden llegar a ser sustanciales.
Contaminación de los sistemas de climatización
Los microorganismos se desarrollan y se propagan por las superficies en el interior de los sistemas de climatización de aire. El crecimiento de los microbios en este entorno requiere la presencia de nutrientes, que a menudo son aportados por el polvo recogido por el sistema, y también agua.
La fuente más común de agua líquida en los sistemas de climatización resulta de la condensación del vapor de agua en determinadas partes del sistema durante el funcionamiento rutinario del mismo. El condensado resultante puede ser aerosolizado de las superficies con la subsiguiente deposición de los contaminantes dentro de los conductos o en los espacios interiores ocupados.
Los contaminantes de los sistemas se acumulan en los serpentines del intercambiador de calor y en las aletas, en las bandejas de drenaje de condensado, en los filtros de aire y en los conductos de aire. Las superficies de los espacios interiores y los ocupantes del edificio pueden estar expuestos a bioaerosoles que provienen de estas zonas contaminadas.
Imagen: CEDIC |
La alternativa del cobre
Las propiedades antimicrobianas inherentes al cobre ofrecen un enfoque alternativo para el control del crecimiento y la distribución de patógenos y alérgenos a través de los sistemas de climatización.
A diferencia de otros metales, las superficies de cobre sin recubrimiento son capaces de matar bacterias, virus y hongos en períodos muy cortos de tiempo y podrían limitar la colonización y el crecimiento de los microbios en los sistemas de climatización y de ese modo mejorar la calidad del aire interior.
Un estudio comparativo realizado por investigadores de la Universidad de Carolina del Sur (EEUU) puso a prueba esta posibilidad substituyendo el aluminio de los intercambiadores de calor por cobre.
Se observaron diferencias cuantitativas y cualitativas entre los microbios recuperados en muestras tomadas de cuatro intercambiadores de calor de aluminio y cuatro de cobre, durante un test realizado a lo largo de 30 semanas.
Biofilms mixtos, compuestos de bacterias y hongos, en densidades entre 104 y 106 CFU cm2, se desarrollaron fácilmente y se mantuvieron en los intercambiadores de aluminio, mientras que eran prácticamente inexistentes en los de cobre. Los biofilms fueron más densos en la base de los intercambiadores de aluminio, probablemente como consecuencia de la distribución gravitacional de la condensación.
Los organismos predominantes aislados de los intercambiadores de aluminio fueron especies de Methylobacterium, mientras que de las pocas bacterias aisladas en los de cobre la mayoria eran especies de Bacillus.
De las pruebas realizadas, los investigadores deducen que la construcción de intercambiadores de calor de cobre inhibe profundamente la concentración y diversidad de microbios asociados a los biofilms.
El cobre limitaría el crecimiento de las bacterias un 99,99% y el crecimiento fúngico un 99,74% en comparación con los intercambiadores de aluminio, mejorando tanto la eficiencia del sistema como la calidad del aire interior.
Artículo original: Michael G. Schmidt , Hubert H. Attaway , y otros : Characterization and Control of the Microbial CommunityAffiliated with Copper or Aluminum Heat Exchangers of HVAC Systems, Current Microbiology August 2012, Volume 65, Issue 2, pp 141-149,