Hoy publicamos un artículo de la revista Plagas Urbanas, centrado en el control biológico de plagas mediante determinados artrópodos, que, por sus hábitos alimenticios y por su comportamiento, han demostrado su capacidad de reducir de forma natural poblaciones de artrópodos fitófagos en cultivos comerciales.
Bichos que comen bichos
Tras décadas de fumigar los cultivos con plaguicidas, la solución más efectiva proviene de la propia naturaleza: bichos que comen bichos y que actúan como plaguicidas.
Uno de los grupos que ha despertado recientemente mayor interés es el de los chinches de la familia Anthocoridae.
Estos pequeños insectos se encuentran ampliamente distribuidos por la vegetación, ocupando preferentemente las flores y en menor medida otros órganos vegetales, donde se alimentan de ácaros y pequeños insectos como trips, pulgones y otros homópteros y heterópteros. En condiciones naturales, los antocóridos más frecuentes son los pertenecientes al género Orius Wolff.
Orius |
Los primeros estudios llevados a cabo a finales de los años 70 se centraron en la eficacia depredadora de Orius insidiosus (Say) y O. tristicolor White, especies americanas producidas posteriormente por algunas biofábricas del Nuevo y Viejo Mundo.
Recientemente, los países de la cuenca mediterránea han orientado su investigación hacia las especies de Oríus autóctonos, sus posibilidades de cría masiva en laboratorio y su eficacia en el control de la plaga.
El orius o chinche de la flor es un feroz carnívoro en miniatura (la hembra, mayor que el macho, mide unos tres milímetros). Encuentra a sus presas a tientas, las aprisiona con sus patas delanteras, las pincha con su pico y las succiona hasta que de ellas solo queda la carcasa.
Violentas escenas de lucha por la vida que parecen sacadas del Nacional Geographic pero que en realidad suceden en invernaderos de Almería en cerca de 30.000 hectáreas bajo plástico concentradas en un 3% de la superficie de la provincia, que están reduciendo drásticamente el uso de pesticidas para combatir plagas y los están sustituyendo por depredadores naturales. Ya lo llaman "la revolución verde".
Reconversión en el sector
Los mismos agricultores que cuatro años atrás hablaban sin complejos de los plaguicidas que utilizaban, podrían pasar ahora por entomólogos, tal es la fluidez con la que pronuncian nombres técnicos como Amblyseius swirskii (ácaro depredador de mosca blanca y larva o ninfa de trip), Adalia bipunctata (mariquita muy voraz contra el pulgón), Aphidius colemani (nuestra miniavispa parásita)...Un cambio fulgurante de prácticas, y de mentalidad, facilitado por el hecho de que hay enemigos naturales autóctonos, eficaces contra plagas locales, y empresas que los producen.
Según una reciente directiva europea sobre el uso sostenible de fitosanitarios, todo el territorio de la UE tendrá que acatar los principios de la lucha integrada para 2014. El 100% del pimiento almeriense y murciano ya lo hacen, así como el 28% del tomate almeriense y el 50% del murciano. Murcia cuenta con una gestión integrada de plagas en más del 80% de los cultivos, según cálculos de su Consejería de Agricultura.
No hay marcha atrás, es el futuro, según consenso general (aunque la mayoría opina que los insecticidas seguirán existiendo, más respetuosos, menos agresivos).
Para confirmarlo no hay más que echar un vistazo a los números de la Asociación empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla), que representa a los fabricantes de fitosanitarios: el 70% de las 1.100 materias activas que comercializaban en 1993 se ha ido quedando por el camino merced a normativas europeas cada vez más estrictas; en 2010 sobreviven 350 de las cuales 80 son nuevas.
Una multinacional fitosanitaria como Syngeenta cuenta con una división de control biológico, Syngenta Bioline, con más de 30 depredadores y parásitos. Es más que evidente que el sector está experimentando una reconversión.
Equilibrio natural
Hace unos meses atacó trip y pulgón en un cultivo de la cooperativa murciana Hortamira y se hicieron sueltas de orius, Amblyseius swirskii y avispas parásitas. Cuando dejó de haber trip, el swirskii empezó a comer polen mientras que el orius, eminentemente carnívoro, se dedicó a alimentarse de swirskii, lo que mantendrá su población hasta la siguiente plaga.
Antes de administrar las avispas hubo que erradicar a las hormigas, que hacen simbiosis con el pulgón (porque se alimentan de una sustancia dulce que segrega) y lo defienden interponiéndose y moviendo las patas para evitar que la avispa, deposite sus huevos...
En una palabra, que trabajar con seres vivos "no es sota, caballo y rey". Por eso, un horticultor novato en estas lides puede gastarse más de un euro por metro cuadrado y año cuando se pasa a la lucha integrada (el coste con pesticidas es de 42 céntimos por metro cuadrado y año), pero luego, cuando adquiere experiencia, es fácil que baje a los 30-35 céntimos, o incluso menos, porque cada vez hay más biofábricas y la competencia hace que los precios caigan."
Empresas de control biológico
Las empresas de control biológico mueven en torno a 50 millones de euros anuales solo en la provincia de Murcia y ese es el valor bruto de lo que han bajado los fitosanitarios. El control biológico no supone un aumento de precio y logra que tampoco se pierda mercado, ya que garantiza que se cumplirán las exigencias sobre residuos de las grandes cadenas de distribución. Sin embargo, requiere una mayor formación del agricultor y el técnico (aún son muchos los reticentes) y hay plagas que, sencillamente, no puede combatir por el momento.
Las últimas investigaciones se orientan a la tuta absoluta o polilla del tomate, que trae de cabeza a los horticultores y contra la que se han desarrollado dos enemigos naturales, una especie autóctona de Trichogramma achaeae (microavispa parásita) y un enorme depredador, nabis pseudoferus ibericus.
Una vez que el bicho está localizado, se inician los estudios de laboratorio, los ensayos en invernaderos experimentales y comerciales. Si el enemigo natural es autóctono solo hay que notificarlo al Ministerio de Agricultura, acompañado de una memoria con sus características y su eficacia; si es exótico (los menos), necesita además una autorización expresa por parte del ministerio (y de la UE). Por el contrario, registrar patógenos de insectos-virus, bacterias, hongos-resulta tan complicado como un fitosanitario, y el proceso puede durar seis años o más.
Fuente: revista Plagas Urbanas