El control de roedores es uno de los prerrequisitos necesarios para garantizar la seguridad alimentaria en entornos de producción, manipulación o servicio de alimentos. A medida que la sostenibilidad gana importancia en este sector, se hace necesario implementar en los establecimientos alimentarios un sistema de prevención eficaz, basado en el análisis de peligros, que permita reducir de forma continua el impacto ambiental del programa de control de plagas.
Control de roedores con bajo impacto ambiental
Mantener los entornos de producción, manipulación o servicio de alimentos libres de ratas y ratones es una necesidad. Hacerlo, además, con soluciones sostenibles es todo un reto, que implica trabajar en el desarrollo e implementación de un Programa de Control Integrado de Plagas (CIP) activo y adaptado a las instalaciones.
A medida que la sostenibilidad gana relevancia en prácticamente todos los sectores industriales, el control de roedores en la industria alimentaria se orienta también hacia el uso racional y la reducción del impacto ambiental de los biocidas, que se consideran una herramienta necesaria pero reservada sólo para determinadas situaciones.
A cambio, el análisis de peligros adaptado a las características de las instalaciones y la aplicación de medidas preventivas van ganando importancia.
Medidas de prevención
Por una parte, la prevención está orientada a eliminar puntos de acceso y crear barreras físicas de exclusión para los roedores, privarlos de alimento manteniendo el orden y la limpieza, y no ofrecerles lugares donde puedan refugiarse.
La prevención se apoya también en el factor humano: en las inspecciones visuales periódicas en busca de indicios de infestación, en la formación y en la sensibilización del personal entorno a la importancia del control de plagas para la seguridad alimentaria.
Las tecnologias de monitorización de roedores son igualmente un elemento clave para promover la sostenibilidad y reducir el uso de biocidas, ya que permiten la detección temprana de infestaciones.
Como herramienta de prevención, la monitorización de ratas y ratones en establecimientos alimentarios debe realizarse con dispositivos y sustancias no tóxicas; trampas, soluciones aromáticas sintéticas o sistemas digitales de alerta temprana.
Además, hay que tener en cuenta que, en línea con las regulaciones alimentarias vigentes, y de acuerdo al análisis de peligros de la empresa, en determinadas zonas de los establecimientos alimentarios deben usarse dispositivos de monitorización no tóxicos y libres de alérgenos, para evitar la potencial contaminación de los alimentos.
Uso de rodenticidas
A pesar de aplicar medidas preventivas, algunas veces las infestaciones llegan a producirse y se crean situaciones en las que puede ser necesaria la aplicación de biocidas químicos para conseguir el control.
Especialmente en el entorno alimentario, el uso de rodenticidas puede ser complejo y muy limitado, ya que estos productos no deben aplicarse de manera que puedan contaminar accidentalmente los alimentos.
Existen disposiciones legales de aplicación en la UE cuando se utilizan rodenticidas anticoagulantes, por ejemplo en la industria alimentaria. En primer lugar, los rodenticidas SÓLO deben usarse como parte de un sistema de CIP, que incluya las medidas de prevención que hemos visto y los métodos físicos de control.
En segundo lugar, el cebado permanente con rodenticidas para prevenir o monitorizar la actividad de roedores está prohibido, a menos que esté explícitamente autorizado en ciertas condiciones y bajo requisitos específicos a nivel nacional en los respectivos Estados miembros de la UE. Especialmente en exteriores, el cebado permanente se considera la causa principal de intoxicación primaria y secundaria de especies no objetivo.
Eso significa que el uso de rodenticidas sólo debe realizarse cuando exista certeza de infestación activa de ratas o ratones, mediante la monitorización. En estas situaciones, antes de aplicar el rodenticida anticoagulante se debe realizar un estudio para intentar determinar la/s especie/s de roedores que están presentes, identificar los lugares de actividad, asi como determinar la causa probable y el alcance de la infestación.
Los puntos de cebo deben colocarse en las inmediaciones de los lugares donde se hayan detectado indicios de la actividad de los roedores y visitarse, al menos, una vez por semana.
Los rodenticidas anticoagulantes no deben utilizarse más de 35 días sin una evaluación del estado de la infestación y la eficacia del tratamiento. Que este período no sea suficiente, partiendo de la base de que la aplicación del biocida haya sido correcta, es un indicio de que existe algún problema relacionado con la resistencia, con la no aceptación de la formulación del cebo o un nivel muy elevado de neofobia por parte de ratas y ratones. Llegados a este punto, el profesional del control de plagas no debe continuar el tratamiento más allá de 35 días sin antes realizar una evaluación detallada de la situación, que justifique su decisión.
Fuente: IFS