Para ciertas regiones del territorio español, la llegada del verano se asocia a las molestas mordeduras de las moscas negras, que proliferan en puntos cercanos de las cuencas fluviales. Aunque en España no se les conoce actividad vectorial, la conducta hematófaga de las hembras causa dolorosas heridas y posibles reacciones alérgicas. Desde hace unas décadas, el control de estos insectos se realiza principalmente con el agente de control biológico Bacillus thuringiensis israelensis.
Las moscas negras son diminutos dípteros nematóceros pertenecientes a la familia Simulidae, de color generalmente oscuro, cuerpo rechoncho, alas anchas y boca picadora-chupadora, cuyos mordiscos constituyen un auténtico azote tanto para las personas como para el ganado.
Ampliamente distribuidas por el mundo, las moscas negras proliferan en cursos de agua con cierto flujo, donde realizan la puesta de sus huevos, que quedan adheridos a la vegetación acuática, como las algas o los macrófitos, para pasar allí las fases de larva y pupa, alimentándose de la materia orgánica que lleva el agua del río.
En los últimos años, la proliferación de la mosca negra ha ido adquiriendo gran relevancia en ciertas regiones del territorio español, como los cauces de los rios Ebro, Gállego y Manzanares, afectando a la calidad de vida de los vecinos de las zonas afectadas, asi como a las actividades al aire libre de ganaderia, agricultura y turismo.
Control de la mosca negra
Las actividades de control de las poblaciones de mosca negra se enfocan a reducir los individuos inmaduros, en fase larvaria. Las poblaciones de adultos son difíciles son dificiles mantener en umbrales que no ocasionen molestias, ya que las hembras adultas, que necesitan ingerir sangre para la producción de sus huevos, son capaces de desplazarse a grandes distancias, lo que dificulta un tratamiento focalizado y efectivo
Por el contrario, los estados inmaduros siguen pautas de agregación, ya que sus huevos son depositados, formando masas, en la vegetación presente dentro del cauce del rio. También las larvas y pupas pueden encontrarse sujetas a sustratos en el rio, formando densas poblaciones. Este comportamiento facilita los tratamientos focalizados de las poblaciones larvarias dentro del ambiente acuático. La disminución del número de larvas limita la emergencia de los imagos, lo que disminuye la capacidad reproductora de la población.
Bacillus thuringiensis israelensis
El control de las moscas negras se realiza principalmente mediante un agente biológico: el larvicida Bacillus thuringiensis variedad israelensis serotipo H-14 22 (Bti). Se trata de un biocida no persistente y no contaminante, que no genera resistencias y que afecta de forma específica a varias familias de dípteros, lepidópteros y nematodos, sin representar un peligro para otras especies animales vertebradas o invertebradas
Bacillus thuringiensis israelensis es una bacteria gram positiva aerobia estricta, que se reproduce mediante la formación de esporas. A partir de la esporulación, se producen unos cristales proteínicos llamados delta endotoxinas (δ-endotoxinas), que son los principales agentes activos de este larvicida microbiano. Los cristales, que contienen protoxinas pertenecientes a la familia de toxinas Cry de 3 dominios (Cry11Aa, Cry4Ba y Cry4Aa) y la toxina citolítica (Cyt1Aa), son altamente tóxicos para las larvas de los simúlidos, causando elevada mortalidad en el estado pre-imaginal de la larva.
Estas protoxinas actúan en sinergia, ya que los componentes individuales muestran una menor toxicidad que todo el conjunto de componentes del cristal, que muestra la mayor acción larvicida.
Modo de acción del Bti
Para que el Bti sea efectivo, las larvas han de ingerir los cristales producidos por la bacteria. A continuación se produce la solubilización de los cristales en el intestino medio del insecto y la liberación de las toxinas, que interactúan con los receptores del intestino medio y se insertan en las membranas celulares provocando la formación de poros. Esto conduce a la permeabilidad celular y a la lisis osmótica que daña la membrana celular.
La ingestión del larvicida se produce mediante el comportamiento de alimentación por filtración que tienen las larvas, que es clave para la efectividad del modo de acción insecticida de Bacillus thuringiensis israelensis. Los sintomas que ocasiona la intoxicación de la larva son el cese de la ingesta, la parálisis del intestino, regurgitación, parálisis total y finalmente la muerte en un breve intervalo de tiempo.
Combinación con el control por procedimientos físicos
El tratamiento con el larvicida Bti suele complementarse con procedimientos físicos y/o mecánicos de control pre-imaginal. Por ejemplo, la retirada de la vegetación ribereña en contacto con el agua o de masas de algas en el centro de cauce, ya que actúan como sustratos de soporte para las larvas.
También es posible alterar el flujo hídrico de la cuenca, mediante la apertura y cierre de compuertas ubicadas en presas o embalses. La reducción temporal del nivel y del caudal del agua provoca que las larvas se suelten del sustrato donde están adheridas, a la busca de zonas mejores para alimentarse. Al restablecer el cauce normal, se produce la eliminación de larvas por el arrastre de la corriente.
Asimismo, el ecosistema lótico en el que viven las larvas, en el cual el movimiento del agua es predominantemente en una dirección, es de gran ayuda en el tratamiento y permite focalizarlo en sólo unos pocos puntos estratégicos. El flujo del agua asegura que el larvicida sea transportado a grandes distancias y llegue hasta las zonas donde se encuentran larvas fijadas.
Las distintas fases larvarias son susceptibles a muy bajas dosis del larvicida, sin embargo es necesario realizar aplicaiones frecuentes de Bti, ya que el período de vida del estado juvenil es corto, normalmente entre 7 y 10 días, y el insecticida no tiene efecto sobre las fases de huevo ni de pupa.
Fuente: David López Peña: Las moscas negras, una amenaza en expansión. Riesgos potenciales y soluciones, Revista de Salud Ambiental
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