Gaviotas y residuos, la actividad humana moldea el comportamiento de estas aves plaga

Gaviotas y residuos, la actividad humana moldea el comportamiento de estas aves plaga

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Las gaviotas son una de las muchas especies a las que la actividad humana ha conseguido desequilibrar la dinamica de sus poblaciones. Con una gran plasticidad trófica, la gaviota patiamarilla Larus michahellis se ha convertido en un depredador oportunista y sobreabundante, que ha variado su dieta a lo largo del último siglo adaptándose a la disponibilidad de recursos de origen antropogénico. Comer nuestros residuos las expone a patógenos y contaminantes, y las convierte en potenciales vectores de enfermedades. Un estudio realizado en las Illes Medes (Girona) analiza los hábitos alimentarios de estas aves a largo plazo.

 

La gaviota patiamarilla (Larus michahellis) prolifera en los ecosistemas urbanos de la costa mediterránea, en los que se ha adaptado gracias a sus hábitos de depredador oportunista. La explotación de los recursos alimentarios generados por las actividades humanas es uno de los principales factores que modelan la dinámica de sus poblaciones y pueden contribuir a un crecimiento demográfico que las convierte en una plaga. 

Por ejemplo, en la ciudad de Barcelona, la gaviota patiamarilla está, junto a las palomas y las cotorras, incluida en los programas de vigilancia y control de aves salvajes urbanas de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB). En 2017 se constató que las gaviotas de la ciudad excretan un alto porcentaje de bacterias E.coli resistentes a los antibióticos, contribuyendo a la expansión de este grave problema de salud pública. Un año después se inició el proyecto BCN Gulls, en el que, además de controlar su densidad poblacional, se está estudiando el impacto de estas aves sobre la salud pública en la ciudad y su papel en la epidemiologia de enfermedades infecciosas. 

Entre otros factores, en este interesante proyecto se estudian los hábitos tróficos de la población urbana de Larus michahellis para entender como pueden afectar a su carga y dispersión de bacterias y virus patógenos. Tras analizar en 2018 el contenido estomacal de 101 polluelos distribuidos por toda el área urbana, sorprendió descubrir que, en base a los restos hallados, la dependencia de la alimentación humana o la ingesta de basura representa un porcentaje relativamente bajo de su dieta y que las gaviotas de Barcelona se alimentan mayoritariamente de recursos aviares, principalmente palomas urbanas (Columba livia) y cotorras (Myiopsitta monachus). Lo que por una parte podria considerarse positivo para mantener el equilibrio de las problemáticas palomas y cotorras, por otra no lo es tanto, ya que, al ingerirlas, las gaviotas quedan expuestas a los patógenos que pueden portar esas aves, como Salmonella spp., Campylobacter spp.Escherichia coli  y contribuir a su diseminación.

Con un enfoque distinto, un estudio realizado en una población de gaviotas patiamarillas que se reproducen en el noreste de la Península Ibérica (Illes Medes, Girona) reconstruye la dieta de estas aves desde un punto de vista histórico, relaciona sus hábitos alimentarios con la disponibilidad de recursos alimentarios antropogénicos y expone su posible relación con la dinámica poblacional pasada, presente y futura de la colonia.

Este trabajo, publicado en la revista Ecological Indicators, está dirigido por miembros del Grupo de Ecología de Aves Marinas de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona. También participan equipos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA) del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA).

La disponibilidad de alimento modela las poblaciones

Las Illes Medes se componen de siete rocas calcáreas, situadas a un kilómetro de la costa (Costa Brava) donde hay áreas intensamente urbanizadas. La población de gaviotas que allí anida ha experimentado diversas fluctuaciones en las últimas décadas, en las que destaca un crecimiento exponencial durante el siglo XX, que llegó a su máximo en 1991 con 14.000 parejas. Después de este pico, la población fue sacrificada desde 1992 hasta 1996 para controlar su crecimiento. Y, en los últimos años, su disminución demográfica puede estar relacionada con las actuales regulaciones que afectan a la disponibilidad de alimento de origen antropogénico, por ejemplo la reducción de desechos al aire libre en vertederos.

El estudio de esta población se realizó en base al estudio de isótopos de plumas de polluelos recolectadas en diez años distintos en el período 2004- 2018, y en el análisis de regurgitaciones espontáneas ocurridas durante el manejo de las aves durante el trabajo de campo. Además se recolectaron también muestras de plumas de cuatro ejemplares juveniles de gaviota patiamarilla, nacidos en la colonia de estudio y almacenados en museos (uno de ellos de 1916 y otros tres de la década de 1990) como indicadores de la dieta base de las aves antes de la abundancia generalizada de recursos alimentarios antropogénicos. 

El estudio muestra que las gaviotas patiamarillas han adaptado repetidamente su dieta a los recursos alimentarios antropogénicos disponibles en la zona de estudio, mostrando una plasticidad trófica muy alta.

Los resultados sugieren que la proporción de presas marinas en la dieta las gaviotas era mucho mayor a principios del siglo XX (~ 70%) en comparación con la década de 1990 (~ 40%) y el período 2004-2018 (~ 50% y ~ 35%, respectivamente). Paralelamente a esta disminución en el consumo de presas marinas durante el período de estudio, también se registró un aumento en el consumo de desechos. La evaluación del individuo de principios del siglo XX reveló los valores más bajos de proporción de desechos en la dieta (~ 20%), en contraste con los de la década de 1990 (30%) y de 2004 a 2018 (41 –52%).

La población del estudio se reproduce muy cerca de varios puertos pesqueros donde se llevan a cabo operaciones de descarte, que proporcionan una fuente de alimento abundante para las gaviotas. Los autores encontraron una fuerte correlación positiva entre la proporción de presas marinas en la dieta de la gaviota patiamarilla y las toneladas de pescado desembarcado en los puertos cercanos. Los autores preveen una tendencia decreciente del consumo de presas marinas aún mayor en un futuro próximo, debido a las nuevas reglamentaciones en la UE que, por ejemplo,  limitan la eliminación por la borda de desechos de la pesca o establecen la obligación de reducir gradualmente las capturas que antes se devolvían al mar, los descartes.

A falta de pescado, las gaviotas se adaptan

En consecuencia, los resultados sugieren que existe una relación inversa entre el consumo de presas marinas y el de desechos, procedentes principalmente de vertederos, las industrias de procesamiento de carne y los mataderos. La basura contribuyó a una baja proporción de la dieta de la gaviota en la muestra de 1916 (~ 20%), tuvo una contribución mayor en la década de 1990 (~ 30%), y se estabilizó en el período 2004-2018 (entre el 41% y el 52%).

Sin embargo, las legislación de la UE ha ido limitando la cantidad y disponibilidad de residuos en los vertederos. En el área de estudio se estima una disminución desde un pico anual de más de 200.000 t de residuos a finales de la década de 1990 hasta aproximadamente 100.000 t en 2018. Mientras tanto, la producción de carne ha aumentado, lo que potencialmente ha generado una mayor disponibilidad de desperdicio de carne. Estos cambios son de particular importancia para los autores del estudio, ya que los datos GPS de seguimiento de las aves sugieren que las gaviotas patiamarillas de la zona pueden estar alimentándose de los desechos de la industria cárnica, principalmente de restos de pollo, cerdo o res, que encuentran tierra adentro.

En definitiva, pocas especies oportunistas muestran una plasticidad conductual y dietética tan grande como Larus michahellis, lo que sin duda le aporta ventajas para la supervivencia. Esta capacidad de adaptación puede tener efectos en sus interacciones con los humanos, ya que si dejan de alimentarse en lugares específicos se ven obligadas a extenderse a otras áreas, incluidos espacios urbanos, para satisfacer sus necesidades de alimentación.

Este fenómeno ya ocurre en grandes poblaciones de gaviotas a lo largo de sus rangos de distribución, donde es bastante común observar a estas especies colonizando áreas urbanas y forrajeando en las calles. Como ya se está estudiando en el proyecto BCNGulls en Barcelona, los autores del estudio en Illes Medes apuntan también a que la proliferación de las gaviotas en las ciudades puede tener consecuencias no deseadas, como una mayor transmisión de patógenos.

Por ello, consideran fundamental el monitoreo de las especies oportunistas que están en contacto con el ser humano y la implementación de acciones adecuadas, que limiten la disponibilidad o accesibilidad a fuentes de alimento antropogénicas, especialmente cuando se trata de especies con poblaciones sobreabundantes como las gaviotas patiamarillas.

 

 

Fuente: Foraging in the Anthropocene: Feeding plasticity of an opportunistic predator revealed by long term monitoring, Ecological indicators

 

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