Para sobrevivir, las cucarachas necesitan 4 elementos: comida, agua, refugio y unas condiciones adecuadas de temperatura para reproducirse. Los machos suelen alejarse del refugio mientras que las hembras permanecen varios días sin salir de él y sin alimentarse para ocuparse de los huevos.

Por ese motivo, es importante utilizar cebos que matan lentamente para que las cucarachas que los ingieren tengan tiempo de regresar a su refugio y depositar sus excrementos para que el resto de los individuos y las ninfas se infecten con el veneno.

El primer paso en la realización de un programa de cebado contra cucarachas es la inspección exhaustiva de las instalaciones para poder detectar todas las zonas de refugio así como recoger los testimonios de las personas que habitualmente viven o trabajan en el espacio. Para la inspección es importante contar con las herramientas adecuadas de modo que se pueda inspeccionar cualquier rincón (debajo de los muebles, detrás de una nevera o de una mesa de obrador, en un cuadro eléctrico... habitualmente en lugares oscuros y estrechos).

Una vez localizados los focos deberá escogerse el cebo a emplear (los geles no dejan residuos químicos en el ambiente, por lo que son especialmente indicados) y colocarse de modo que sea fácil de controlar y de retirar en caso necesario. También es imprescindible colocarlos en lugares cercanos a zonas de paso para las cucarachas, ya que de otro modo no surtirían ningún efecto positivo. A partir de ese momento es necesario realizar controles periódicos para evaluar la eficacia del tratamiento y añadir/sustituir cebos cuando sea necesario. La inspección que realiza el profesional toma un papel determinante en este sistema de control, frente a los tratamientos químicos perimetrales que hasta hace poco eran protagonistas.

Fuente: revista Pest control news (jun. 2001).