La nueva guía de la Campaign for Responsible Rodenticide Use (CRRU) promueve prácticas responsables en el control de roedores y el uso seguro de rodenticidas, enfatizando la importancia de aplicar una jerarquía de riesgos para minimizar el impacto de estos biocidas en la vida silvestre y el medio ambiente.
Buenas prácticas para el control de roedores y uso seguro de rodenticidas
La resistencia a los rodenticidas anticoagulantes y las crecientes restricciones normativas al uso de estos biocidas se ha convertido en una preocupación creciente para el control de roedores en la Unión Europea, pero es especialmente crítica en el Reino Unido. Este país presenta la mayor diversidad y abundancia de resistencia a estos compuestos entre sus poblaciones de ratas y ratones, a la vez que su vida salvaje sigue expuesta a las intoxicaciones.
Ante esta situación, la organización británica Campaign for Responsible Rodenticide Use (CRRU) hace años que aborda este problema mediante la promoción de prácticas responsables en el control de roedores. Buenas prácticas que permitan, por una parte proteger la vida silvestre frente a la exposición a los rodenticidas, y por otra proteger el futuro de los rodenticidas frente a posibles nuevas restricciones legales y a las crecientes resistencias en roedores, mediante un uso responsable de los mismos.
El pasado mes de julio, la CRRU lanzó una nueva versión de su Código de Buenas Prácticas para el control de roedores y un uso seguro de los rodenticidas, en el que establece directrices sobre cómo utilizar los rodenticidas de manera que se minimice la exposición de la fauna no objetivo.
La nueva versión apoya una gestión segura y efectiva de las plagas de roedores a todos los usuarios profesionales de rodenticidas: técnicos de control de plagas, agricultores y cazadores.
Jerarquía de riesgos
Un aspecto crucial que se destaca en el documento es el concepto de "jerarquía de riesgos", un principio que debe guiar siempre la estrategia de control de roedores.
La idea es que cualquier intervención que se haga debe ser potencialmente efectiva para controlar una infestación, pero siempre se deben utilizar primero los métodos que implican menos riesgos.
Naturalmente, el objetivo principal es evitar las infestaciones, ya que una vez establecidas, las ratas y los ratones pueden ser difíciles de controlar. Las operaciones destinadas a prevenir el acceso de los roedores a alimentos y agua, así como a eliminar lugares de refugio, rara vez tienen un impacto significativo en animales no objetivo, personas o medio ambiente. Por lo tanto, todas las operaciones necesarias para hacer que los sitios sean menos atractivos para los roedores deben ser implementadas de forma prioritaria.
En cambio, todas las intervenciones destinadas a la eliminación de roedores, incluyendo el uso de trampas y la aplicación de rodenticidas, tienen el potencial de dañar. Aunque los riesgos pueden ser mitigados siguiendo unas buenas prácticas, no se pueden evitar por completo. Por ello, la estrategia principal al elegir métodos para el control de roedores es emplear aquellos que presenten el menor riesgo de impacto adverso, pero que sean efectivos en las circunstancias prevalentes.
Por ello, antes de aplicar medidas de control de roedores, se debe realizar una evaluación de riesgos para humanos, animales domésticos, fauna no objetivo y el medio ambiente, lo que ayudará a considerar adecuadamente la jerarquía de riesgos.
En general, los métodos que no emplean rodenticidas, como la mejora de la higiene, tienden a presentar menos riesgos que aquellos que requieren el uso de biocidas, que deberían ser usados sólo como un valioso último recurso.
La nueva guía de la CRRU es un recurso interesante para todos aquellos profesionales involucrados en la gestión de plagas de roedores. Podeis consultarla en el enlace a continuación.
Referencia:
CRRU UK CODE OF BEST PRACTICE Best Practice and Guidance for Rodent Control and the Safe Use of Rodenticides
