Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 30% de los trabajadores del sector servicios se encuentran afectados por alguno de los síntomas provocados por el síndrome del edificio enfermo (irritación de ojos, ronquera, fatiga mental, dolor de cabeza, resfriados, etc.).
Esta alta incidencia podría rebajarse muchísimo poniendo un poco de atención en la ventilación del edificio, que suele ser el principal factor de riesgo. Se calcula que en un edificio sano el rendimiento de los trabajadores es como mínimo un 4% más que si trabajan en un edificio afectado por el síndrome.
Dejando de lado las propias medidas que se tomen para mejorar la situación de "puertas adentro", lo cierto es que cada vez es más importante que las empresas cuenten con algún tipo de certificación. En este sentido, y sin fijarnos en las normas ISO, existe la certificación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design). Ha sido creado por el U.S. Green Building Council y es un estándar que funciona mediante la suma de una serie de puntos obtenidos con cada uno de los criterios de la norma que se cumplen. De este modo, existen cuatro niveles que se obtienen en la relación siguiente:
- Certificación LEED: 26-32 puntos
- LEED plata: 33-38 puntos
- LEED oro: 39-51 puntos
- LEED platino: más de 52 puntos