Las amebas de vida libre (AVL) son ubicuas en ecosistemas acuáticos naturales y también artificiales. Pocas de ellas son patógenas para el ser humano pero, sin embargo, pueden albergar y proteger en su interior bacterias que si lo son, como Legionella pneumophila. Las EDAR son un ecosistema idóneo para las AVL, que se convierten en un riesgo potencial cuando, con una carga bacteriana en su interior, salen con las aguas efluentes.
Sistemas artificiales de agua como piscinas, sistemas de refrigeración o sistemas de tratamiento de aguas, no escapan a la presencia de las amebas de vida libre. Estos protozoos ubicuos presentan una forma de resistencia, el quiste, que les confiere protección frente a las condiciones adversas medioambientales y también a los tratamientos de desinfección, depuración y potabilización convencionales, pudiendo resistir elevadas concentraciones de cloro.
Por otra parte, las amebas participan también en los procesos de depuración desarrollados en las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR), en las que encuentran un nicho ecológico idóneo, donde conviven y se alimentan con bacterias presentes en el medio y en los biofilms.
Un estudio, realizado en la Universidad de Zaragoza y publicado en la Revista de Salud Ambiental, relaciona estos dos hechos, analizando la posibilidad de que las amebas contenidas en las aguas efluentes de las EDAR puedan representar un riesgo, como reservorio de bacterias patógenas, según el uso que se de posteriormente al agua tratada.
Sólo algunas AVL han sido descritas como patógenos para los humanos, pero en cambio todas ellas suponen un riesgo como reservorio de bacterias patógenas. ¿Porqué?
Según explica el estudio, existen Bacterias Resistentes a la Depredación de las Amebas (BRA), capaces de sobrevivir a la ingestión por parte de las amebas, con las que se asocian en simbiosis o bien las parasitan sobreviviendo en su interior o multiplicándose hasta causar la lisis de la ameba y quedar liberadas de nuevo. Este grupo de bacterias BRA incluye patógenos como Mycobacterium spp., cianobacterias tóxicas, Pseudomonas spp., Legionella pneumophila, Burkholderia cepacia, Escherichia coli, Listeria monocytogenes, Enterobacter aerogenes, Aeromonas hydrophila o Vibrio cholera.
La protección que les ofrecen las amebas de vida libre, permite que estas bacterias puedan completar el ciclo del agua, viajando a través de ríos, pantanos, plantas potabilizadoras y aguas de red, sin verse afectadas por situaciones climáticas extremas o tratamientos de desinfección. Cuando llegan a aguas de red, estas bacterias pueden colonizar los sistemas de agua artificiales, como las torres de refrigeración o los sistemas de aire acondicionado.
Efluentes y fangos contaminados
Las EDAR actúan como reservorio de las AVL, donde estos protozoos participan en los procesos de depuración, principalmente en el tratamiento biológico y procesos de decantación, colaborando así en la clarificación de efluentes. Sin embargo, estos procesos de depuración no están diseñados para eliminar la contaminación microbiológica, encontrandose una enorme diversidad de bacterias, parásitos y protozoos, potencialmente patógenos, en el efluente y también en los fangos, que generalmente son utilizados como enmienda agrícola.
En este punto, el artículo destaca que la normativa española vigente sobre la reutilización de fangos (RD 1310/90 y AAA/1072/2013) establece el registro, en lo que a términos microbiológicos se refiere, de la concentración de Escherichia coli y Salmonella spp. (presencia o ausencia / 25 g) de los fangos que van a ser reutilizados; mientras que la relativa a la reutilización de efluentes (RD 1620/2007), establece límites de contaminación microbiológica, en función del uso que se le vaya a dar al agua, para algunas bacterias (Escherichia coli, Legionella spp. y Salmonella spp.), nematodos intestinales y algunos cestodos (Taeniasaginata y Taeniasolium), pero no hace ninguna referencia a los protozoos.
Amebas y bacterias procedentes de las EDAR
Para la realización del estudio, se tomaron un total de 20 muestras puntuales de agua y fango correspondientes a la entrada, salida y etapas intermedias en cinco plantas depuradoras localizadas en la Comunidad Foral de Navarra, cuyos efluentes desembocan en la Cuenca Hidrográfica del Ebro.
Se llevó a cabo el aislamiento de las AVL en las muestras y su posterior identificación de género y especie, así como de las bacterias endosimbiontes, contenidas en su interior.
Se aislaron amebas de vida libre en el 85 % de las muestras, consiguiendo un total de 41 amebas, de las cuales 21 fueron identificadas genéticamente. Trece de ellas, pertenecieron al género Acanthamoeba spp., 6 a Naegleria spp. y 2 se identificaron como Vermamoeba vermiformis.
Catorce de las amebas fueron aisladas en las muestras de salida del tratamiento de aguas o efluente, otras 3 en las de salida de la digestión aerobia de fangos y otras 3 más en las muestras procedentes de fango espesado. De estas 20 amebas correspondientes a muestras de salida de la EDAR, bien en forma de aguas o de fangos, 6 se correspondían con amebas descritas como potencialmente patógenas (Acanthamoeba spp. y Vermamoeba vermiformis).
En lo que se refiere a la identificación de bacterias endosimbiontes en el interior de las AVL, se obtuvo un resultado positivo a cualquiera de las bacterias analizadas en 27 (65,85 %) AVL, no detectándose cianobacterias tóxicas en ningún caso.
El 53,66 % de las AVL albergaba en su interior Mycobacterium spp., el 29,27 % Legionella pneumophila y el 14,63 % Pseudomonas spp.
Atención a la presencia de amebas
En base a los resultados obtenidos, el estudio concluye que las AVL encuentran en las EDAR un ecosistema idóneo en el que cohabitan con numerosas bacterias pudiendo fagocitar algunas de ellas, protegiéndolas de las condiciones menos favorables.
Estas amebas llegan a los cauces naturales mediante la descarga de los efluentes, adquiriendo su forma quítica cuando las condiciones sean menos favorables. De este modo, en su recorrido por el cauce de los ríos, podrían llegar a formar parte de la microbiota del agua captada para la potabilización. Dada su capacidad para superar los procesos de desinfección convencionales, las amebas, y las bacterias en su interior, permanecerian en el agua potable.
Por este motivo, los autores hacen hincapie en que, en los sistemas artificiales de agua donde se forman aerosoles, debería prestarse una atención especial a la presencia de amebas, ya que pueden albergar en su interior a L. pneumophila, que se multiplica en su interior y aumenta su capacidad infectiva, una vez que se produce la lisis de la AVL.
Igualmente, se recomienda que en caso de reutilizar aguas residuales para el riego de jardines privados o zonas verdes urbanas, éste se haga en horario nocturno, para minimizar el contacto con la población. O en el caso de utilizar aguas residuales para la limpieza de calles o el lavado industrial de vehículos, se aconseja la protección de las vías respiratorias de los trabajadores, si existe el riesgo de que se formen aerosoles.
Según se expone en el estudio, estas medidas se deberían hacer extensibles a todos los usos que establece el Real Decreto 1620/2007, de 7 de diciembre, por el que se establece el régimen jurídico de la reutilización de las aguas depuradas en los que exista riesgo de aerosolización y contacto de las aguas con la población.
O de forma general, que en todos aquéllos usos para los que el RD 1620/2007 establece el control de Legionella spp. (aguas de proceso y limpieza industriales, riego de cultivos, torres de refrigeración y condensadores evaporativos de industrias que no estén ubicadas en zonas urbanas ni cerca de lugares con actividad pública o comercial, etc), también establecira el control para las amebas de vida libre.
Benito M, LaPlante D, Fernández MT, Miguel N, Lasheras AM, Gómez J, Ormad MP, Rubio E, Goñi MP. Amebas de vida libre en aguas residuales y fangos: Su papel como reservorio natural de bacterias potencialmente patógenas. Rev. salud ambient. 2018; 18(1):69-77.
Fuente: Revista de Salud Ambiental
Imagen: W.Commons