Un nuevo estudio vuelve a confirmar la capacidad de las superficies de cobre y sus aleaciones para mejorar la calidad ambiental interior. En esta ocasión se ha comprobado su eficacia para combatir cepas patógenas de virus respiratorios, incluyendo los causantes de infecciones severas, como el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS).
El uso de superficies de contacto antimicrobianas que contienen cobre en entornos clínicos o públicos puede ayudar a reducir la propagación de virus respiratorios, responsables de más muertes en el mundo que cualquier otro agente infeccioso.
Según datos de la OMS, se estima que anualmente se producen 450 millones de casos de neumonía, con 4 millones de muertes al año, y que, aproximadamente, 200 millones de estos son casos de neumonía viral adquirida en el entorno comunitario.
La evolución de nuevas cepas patógenas de virus, la re-emergencia de cepas históricas y la aparición de cepas originariamente zoonóticas que adquieren la capacidad de afectar a los humanos, son motivo de preocupación.
Imagen: Coronavirus Fred Murphy; Sylvia Whitfield |
Uno de los canales de transmisión de la infección vírica es a través del contacto con superficies contaminadas y la posterior transmisión del virus a la mucosa facial de personas sanas. Este es el caso, por ejemplo, de los coronavirus humanos responsables del SARS y del MERS. Un estudio realizado en la Universidad de Southampton (Reino Unido) ha analizado la capacidad de minimizar este tipo de transmisión infecciosa mediante el uso de superficies de contacto que contienen cobre o sus aleaciones.
Ya en estudios anteriores, las aleaciones de cobre han demostrado una excelente actividad antibacteriana y antifúngica frente a una amplia gama de patógenos. Las investigaciones realizadas ahora en Southampton muestran la rápida inactivación del coronavirus humano 229E, estrechamente relacionado con el SARS y el MERS, sobre diversas aleaciones de cobre, siendo especialmente efectivas las aleaciones de cobre-zinc (latón). En pruebas realizadas, este mismo virus persistió infeccioso durante al menos cinco días sobre diversas superficies de materiales no biocidas, como politetrafluoroetileno (Teflon; PTFE), cloruro de polivinilo (PVC), baldosas de cerámica, vidrio, caucho de silicona y acero inoxidable.
La exposición al cobre destruyó los genomas virales y afectó irreversiblemente a la morfología del virus, produciendo su rápida inactivación en superficies de latón y de aleaciones cobre-niquel a una temperatura ambiente de 21ºC.
La inactivación del virus se produce por una combinación del ataque directo de los iones de cobre y la generación de especies reactivas de oxigeno. Estas últimas son especialmente importantes cuando disminuye el contenido de cobre, ya que aseguran que la rápida inactivación de los virus suceda también en aleaciones con porcentajes más bajos de cobre. Por tanto, la incorporación de las aleaciones de cobre en zonas comunitarias podría ayudar a reducir la propagación de infecciones al tocar superficies contaminadas con los coronavirus.
El mecanismo de acción del cobre es complejo y puede ser reforzado por la formación de radicales, pero no es específico, asegurando la continua inactivación de una amplia gama de microorganismos patógenos con morfologías completamente diferentes.
Además, el problema de la resistencia a los biocidas, la posible concomitante resistencia a los antibióticos y de la transferencia horizontal de genes entre patógenos no se da en la acción biocida del cobre, ya que se destruye el ácido nucleico del virus.
Aunque no es factible cubrir todas las superficies de cobre y muchos materiales en el entorno construido, como el acero inoxidable, continuarán siendo utilizados debido a sus características beneficiosas, la incorporación de incluso unas pocas superficies de cobre puede tener un impacto positivo.
Un punto fundamental a tener en cuenta es que el uso del cobre no es factor que permita relajar los protocolos de limpieza, ya que para mantener su capacidad biocida y reducir la transmisión infecciosa por contacto, las superficies deben ser higienizadas de forma regular y eficaz. Sin embargo, la elección de los reactivos de limpieza es crítica para las aleaciones de cobre, ya que es esencial mantener la liberación de iones de cobre para que el metal sea un biocida eficiente, por lo que es necesario evitar los agentes quelantes.
Dados los altos costes humanos y económicos asociados al tratamiento de las infecciones adquiridas en los hospitales, estudios preliminares sugieren que los costes de la incorporación de algunas superficies de aleación de cobre en centros sanitarios pueden recupersarse en pocos meses.
Fuente: Sarah L. Warnes y otros: Human Coronavirus 229E Remains Infectious on Common Touch Surface Materials, mBio, 2015