Bioseguridad en insectarios para la investigación con artrópodos vectores

Bioseguridad en insectarios para la investigación con artrópodos vectores

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La creciente aparición de enfermedades transmitidas por artrópodos vectores ha generado la necesidad de investigar a fondo tanto los microorganismos causantes como los artrópodos implicados, así como implementar estrictas medidas de bioseguridad en los laboratorios para proteger a quienes trabajan en ellos, a la población y al medio ambiente.

 

Investigación con artrópodos vectores

La creciente tendencia en la aparición de enfermedades transmitidas por vectores artrópodos plantea desafíos para la salud pública, y conlleva la necesidad de investigar a fondo los microorganismos que las causan y los artrópodos implicados en su transmisión para prevenir y mitigar sus efectos. 
Los objetivos que abarcan este tipo de investigaciones son diversos: 

  • estudiar la competencia vectorial, 
  • investigar las interacciones entre los artrópodos, los patógenos que transmiten y los factores climáticos
  • desarrollar estrategias que interfieran con el desarrollo de los patógenos dentro de los vectores o que impacten directamente en la supervivencia de los insectos
  • realizar manipulaciones genéticas y otras alteraciones para reducir su población 
  • inhibir la transmisión de los agentes patógenos 
  • el riesgo de que nuevos vectores se puedan establecer en el territorio. 

El interés en estos proyectos de investigación va en aumento y se consideran una prioridad a nivel internacional. Sin embargo, estas actividades de investigación enfrentan riesgos específicos y es necesario que se realicen bajo unas condiciones de bioseguridad adecuadas para mitigar los riesgos asociados. 

Sobre la seguridad en este tipo de instalaciones habla Laura Gómez Guijarro (Centro Nacional de Nuevas Tecnologías. INSST) en un artículo publicado en la revista del INSST Seguridad y Salud en el Trabajo.

En este artículo se presentan los principales artrópodos vectores con importancia sanitaria. Principalmente son insectos y arácnidos: entre ellos están los mosquitos, transmisores de infecciones como la fiebre del Nilo Occidental o la fiebre amarilla,  las garrapatas, vectores de enfermedades como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo o la enfermedad de Lyme, las pulgas, que pueden transmitir la bacteria Yersinia pestis, causante de la peste bubónica, o los flebotomos, vectores de la leishmaniasis. 

Asimismo, se exponen las condiciones específicas que deberían cumplir los laboratorios en los que se investiga con vectores artrópodos, o insectarios, con el objeto de proteger a quienes trabajan en ellos, al resto del personal del edificio, a la población y al medio ambiente.

artrópodos vectores

Bioseguridad y artrópodos vectores

Laura Gómez centra su artículo en las instalaciones donde se crían, se mantienen en condiciones controladas o en cautividad y se manipulan invertebrados artrópodos que se sabe o se sospecha que están implicados en la transmisión de enfermedades.

Un ejemplo de estas investigaciones es el desarrollo de la técnica de insectos estériles, una forma de control de poblaciones de vectores que se ha llevado a cabo en mosquitos,  que implica criar y segregar miles de millones de mosquitos macho, esterilizarlos con radiación y luego liberarlos para que se apareen con las hembras en la naturaleza. Otros ejemplos son el uso de la bacteria Wolbachia para controlar poblaciones del mosquito Aedes aegypti, transmisor de virus como el dengue y el Zika, o proyectos de modificación genética de mosquitos.

La bioseguridad en este tipo de laboratorios requiere la implementación conjunta de procedimientos de trabajo, técnicas y elementos de contención, que puede resultar difícil debido a la movilidad de los artrópodos, su pequeño tamaño, los ciclos de vida complejos que suelen presentar, o su necesidad de ingerir sangre.

La autora expone los aspectos a tener en cuenta para realizar la evaluación de riesgos derivados de la exposición a agentes biológicos para los/as trabajadores/as, así como el impacto que una liberación involuntaria puede suponer para el medio ambiente y la población. En base a esta evaluación de riesgos debe fijarse el nivel de contención necesario, teniendo en cuenta que existen cuatro niveles de contención biológica (NCB) o bioseguridad, que quedan descritos en el artículo.

Según Gómez, los requisitos generales de los distintos niveles de contención en estas instalaciones son similares a los aplicables en los laboratorios donde se manipulan agentes biológicos. En consecuencia, deben aplicarse las medidas descritas para los laboratorios en el Real Decreto 664/1997.

Todos los insectarios deben diseñarse para evitar la fuga de artrópodos, y las medidas de contención se centran, principalmente, en el control de acceso para el personal autorizado, vestíbulos, instalación de mosquiteras y otras barreras, presiones diferenciales, sellado del paso de las canalizaciones, puertas con sistema de cierre automático, cortinas de aire vertical, trampas, sistemas y equipos de tratamiento de residuos, y uso de cajas de seguridad para el transporte.

 

Artículo de referencia:

Revista SST - Número 118  (pags. 31-40)/ INSST

Bioseguridad en insectarios. Características de los laboratorios de investigación con artrópodos vectores de enfermedades Laura Gómez Guijarro Centro Nacional de Nuevas Tecnologías. INSST

 

 

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