Aunque en la actualidad ya casi no se usa el amianto en la construcción, hasta los años 70 su uso estuvo muy extendido. En primer lugar, por sus utilidades en la construcción como elemento de aislamiento térmico y acústico y su eficacia como cortafuegos: paneles, recubrimiento de paredes, etc. En segundo lugar, por la resistencia del propio material a las altas temperaturas: frigoríficos, tostadoras, lavavajillas...
Pero algunas investigaciones revelaron que una exposición excesiva al polvo de amianto podía llegar a ser un peligro para la salud, lo cual hizo cambiar del todo la relación entre el elemento y su utilización. Un claro ejemplo es la Torre Montparnasse, la más alta de Francia y actualmente sin uso a causa de los trabajos de "desamiantado".
Es importante remarcar que la fibra de amianto no es peligrosa a no ser que sea liberada en el aire, por lo que el peligro real existe sobre todo para los profesionales que trabajan en su manipulación. Por ello, cuando actualmente se utilizan en la fabricación de electrodomésticos siempre quedan protegidas por una matriz. Y en todo caso, hoy en día se acostumbra a utilizar crisotilo, una fibra mineral muho menos peligrosa para la salud. Para finalizar, diremos que no debe cundir el pánico: allí donde haya amianto no existe el peligro a no ser que el recubrimiento se agriete.