La falta de coordinación y la dispersión de las responsabilidades es la mayor debilidad en la prevención de la legionelosis en las instalaciones de riesgo. Esta es una de las principales conclusiones extraidas en la XXIII Jornada SESA “Nuevas Perspectivas en la Prevención de la Legionelosis" y recogidas por Maria Luisa Pita-Toledo en un artículo publicado en la Revista de Salud Ambiental.
El pasado mes de octubre de 2014, la Sociedad Española de Sanidad Ambiental celebró en Madrid su XXIII Jornada, bajo el tema “Nuevas Perspectivas en la Prevención de la Legionelosis", que reunió a expertos y profesionales del sector. María Luisa Pita-Toledo, presidenta del comité científico de la Jornada, expone en la Revista de Salud Ambiental las conclusiones extraidas del debate generado en este acto, y que resumimos a continuación.
El factor clave en las debilidades dentro de la prevención de la legionelosis es la falta de coordinación entre los diversos agentes implicados y la dispersión de responsabilidades, desde el diseño de la instalación, su construcción, puesta en funcionamiento, la realización de análisis de muestras hasta las operaciones de mantenimiento de rutina y los tratamientos.
Las deficiencias en uno de los aspectos complica la actuación en el otro. Por ejemplo, el estado higiénico sanitario en las instalaciones de riesgo tiene impacto sobre la eficacia práctica de los tratamientos realizados en ellas.
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O un diseño inadecuado de las instalaciones, con ubicaciones en lugares confinados o inaccesibles, con acumuladores sin acceso para la limpieza y desinfección, con materiales no adecuados que no pueden resistir el tratamiento térmico y se ven afectados por la calidad del agua y por el tratamiento químico, etc. condicionan la vida útil de la instalación, la eficacia del mantenimiento higiénico sanitario de la misma, y, en definitiva, la protección de la salud de la población expuesta.
En este sentido, en la Jornada se propuso incluir un anexo de criterios sanitarios de prevención de la legionelosis en los proyectos técnicos de los edificios y fomentar la comunicación e información en materia de prevención de la enfermedad a través de las asociaciones profesionales de ingenieros y arquitectos.
La situación se agrava cuando el mantenimiento de las instalaciones se realiza de forma conjunta, pero sin relación entre ellos, entre el personal de mantenimiento y distintas empresas de servicios subcontratadas, como es el caso en algunos hospitales. Estas instalaciones requieren extremar la inspección sanitaria. Especialmente si se tiene en cuenta que la notificación de casos de legionelosis nosocomial, aun estando infradeclarada, va en aumento.
Otra de las conclusiones expuestas en la jornada fué la preocupación, por parte de las empresas de mantenimiento higiénico sanitario, ante el desconocimiento de algunos titulares o administradores de edificios que albergan instalaciones de riesgo, sobre su responsabilidad en el control ambiental de la bacteria y sobre la complejidad de la ejecución de un buen programa de mantenimiento. Por esto consideran necesario que, desde la administración, se implanten controles que permitan detectar la calidad y solvencia técnica de las empresas de mantenimiento.
Asimismo, la formación y profesionalidad del personal que ejecuta las operaciones de mantenimiento higiénico sanitario preocupa al sector empresarial y sanitario, ya que es primordial para la eficacia de las acciones preventivas.
Todos los intervinientes mostraron también acuerdo con la necesidad de que los laboratorios de análisis dispongan de la acreditación del método de ensayo para el aislamiento y determinación de la Legionella. Y, en algunos casos, también los procedimientos de toma de muestras deberían estar acreditados.
Por último, se trató el tema de la actual elaboración del nuevo real decreto sobre prevención y control de la legionelosis, y se realizaron propuestas al respecto, como la necesidad de revisar la clasificación de las instalaciones, la revisión y acreditación de la analítica y frecuencia de muestreo, la introducción y valoración de nuevas técnicas de análisis, la utilización de procedimientos físicos de probada eficacia previamente validados, la dosificación automática de biocidas que dispongan de métodos de control in situ de su nivel residual o la corrección y actualización de las guías para la evaluación del riesgo.
Fuente: María Luisa Pita-Toledo: Conclusiones de la Jornada “Nuevas Perspectivas en la Prevención de la Legionelosis, Rev. Salud Ambiental 2014;14(2):135-136