La importancia de la ventilación para mantener la calidad del aire interior en los edificios ha ganado protagonismo a raíz de la pandemia. La concentración de dióxido de carbono (CO2) en el aire, un buen indicador de las emisiones de efluentes biológicos humanos, se utiliza para calcular la necesidad de renovación de aire en un espacio, según las condiciones dadas.
La calidad del aire interior y los niveles de dióxido de carbono
El dióxido de carbono (CO2) es un componente de la atmósfera, donde se encuentra habitualmente en niveles entre 300 y 400 ppm, pudiendo alcanzar en zonas urbanas valores de hasta 550 ppm. Es conocido que la creciente concentración de CO2 en la atmósfera debido a la actividad humana es la principal causa del efecto invernadero y como consecuencia del calentamiento global del planeta.
Pero el CO2 es un gas que tiene también muchas aplicaciones positivas, entre ellas, como indicador en la calidad ambiental, ya que la medición de los niveles de dióxido de carbono en el interior de un edificio permite detectar la existencia de problemas de calidad del aire y deficiencias de ventilación.
En ambientes interiores no industriales, como oficinas, escuelas o establecimientos, la principal fuente de CO2 es la respiración de sus ocupantes, ya que el dióxido de carbono es exhalado en el proceso de respirar. En estos casos, medir las concentraciones de CO2 se convierte en una herramienta muy útil para realizar un diagnóstico que nos ayude a mantener una adecuada renovación del aire y por consiguiente a conseguir un ambiente interior más confortable y a prevenir infecciones por enfermedades de transmisión aérea.
Control de sustancias bioefluyentes
La emisión de dióxido de carbono en la respiración humana está ligada a la de otros productos procedentes del metabolismo humano (agua, aerosoles biológicos, microorganismos, partículas, etc.) llamados bioefluentes, que son causantes de malos olores y de un aire "cargado", desagradable y poco higiénico.
Los niveles habituales que podemos encontrar en un ambiente interior no industrial estarán relacionados con diversos factores como la calidad del aire exterior, los niveles de ocupación en el local y las tasas de ventilación.
Como referencia, la Guía Técnica del INSST para la evaluación y prevención de los riesgos relativos a la utilización de lugares de trabajo considera que, cuando la concentración de CO2 en un local supera el valor de 1000 ppm, es señal de que la ventilación es inadecuada.
A concentraciones habituales en ambientes interiores (aproximadamente 600-2500 ppm), el CO2 no resulta tóxico ni nocivo para la salud humana, sin embargo altas concentraciones de este gas en el aire interior producen una sensación poco confortable y dificultan la respiración.
Para evitar el ambiente viciado y los olores desagradables en entornos no industriales, la ventilación general está básicamente destinada al control de las sustancias bioefluentes generadas por los ocupantes de un espacio. De todas estas sustancias, el CO2 es el compuesto más importante y es el que sirve de base para el establecimiento del caudal de aire de ventilación requerido en cada caso.
Fuente: NTP 549 del INSST, Guia Calidad del Ambiente Interior en el Trabajo del INSST