Roger L. Miesfeld, profesor de bioquímica y biofísica molecular de la Universidad de Arizona, está trabajando junto a su equipo en una posible arma humana de lucha contra los mosquitos. Dicho equipo lo forman Patricia Y. Scaraffia, Guanhong Tan, Jun Isoe, Vicki H. Wysocki y Michael A. Wells.
La idea surge después de estudiar el metabolismo del mosquito Aedes aegypti, que se ha demostrado muy complejo y con una característica especial: el mosquito está obligado a excretar formas tóxicas de nitrógeno después de haberse alimentado de sangre humana para poder seguir viviendo. La conclusión que surge después de esta afirmación es clara: si se evita que el mosquito realice esa función su muerte está asegurada.
Ante esta evidencia, los científicos están trabajando en la búsqueda de una molécula que afecte negativamente a los mosquitos en el sentido apuntado y que al mismo tiempo no perjudique a los humanos. El objetivo final es que los humanos de zonas de riesgo consuman esta molécula para transmitírsela al mosquito durante la picadura. De ese modo, nos encontraríamos ante insecticidas humanos que constituirían un punto de incidencia extraordinario.
Más información en la web de la Universidad de Arizona.