Los mosquitos pueden aprender y memorizar rápidamente los olores de sus anfitriones, desarrollando preferencias por ciertas especies e incluso por ciertos individuos dentro de las especies. Pero la atracción aprendida puede convertirse rápidamente en repulsión si la presa adopta comportamientos defensivos.
Los mosquitos pueden aprender a asociar olores con experiencias negativas
Monitorizar el cerebro de un mosquito puede parecer una idea descabellada pero no es imposible.
Investigadores de la Universidad de Washington han sido capaces de colocar cascos en las cabezas de un grupo de mosquitos de la especie Aedes aegypti, con el objetivo de observar y grabar su actividad cerebral.
Las observaciones realizadas se dirigieron a partes específicas del cerebro del mosquito, involucradas en la integración de la información olfativa, con el objetivo de demostrar que estos insectos pueden aprender y recordar el olor de sus anfitriones.
Los mosquitos utilizan esta información, en combinación con otros estímulos, para desarrollar preferencias por ciertas especies, e incluso por individuos, a la hora de buscar a sus presas.
La heterogeneidad y flexibilidad en la picadura de mosquitos desempeña un papel importante en la transmisión de enfermedades de transmisión vectorial como el dengue, la fiebre amarilla o el zika, y también determina su capacidad para cambiar de especie cuando su anfitrión preferido no está disponible.
Su elección sobre a qué individuos picar no es aleatoria y tiene importantes consecuencias epidemiológicas. La mayoría de los mosquitos se especializan en una o unas pocas especies de anfitriones vertebrados, y dentro de la población anfitriona, algunos individuos son preferidos sobre otros. También se sabe que son capaces de alimentarse con sangre de otros anfitriones cuando sus preferidos ya no sean abundantes.
Pero los mecanismos que median estos cambios y preferencias siguen sin estar claros. Por lo que, en estudio de la Universidad de Washington, se intentó comprobar si el aprendizaje olfativo puede contribuir a conformar las preferencias de picadura de los mosquitos Aedes aegypti.
El estudio también demostró que los mosquitos pueden desarrollar un aprendizaje aversivo. Incluso si se considera que un individuo tiene un olor irresistible para el insecto, la preferencia del mosquito puede cambiar si el olor se asocia con una sensación desagradable. Los anfitriones que golpean o adoptan otras conductas defensivas pueden ser abandonados, por muy atractivos que sean.
Para ello, se expusieron hembras de Aedes aegypti a olores, incluidos olores humanos, y se asociaron a sensaciones desagradables, como golpes o vibraciones. Los mismos mosquitos se evaluaron 24 horas después en un olfatómetro en forma de Y, en el que se les dió a elegir volar hacia el olor del cuerpo humano, preferido antes del experimento, o hacia otro olor de control. Se comprobó que los mosquitos evitaban el olor humano, indicando que habian aprendido su relación con los estímulos desagradables.
Adoptando un enfoque multidisciplinar y utilzando técnicas de vanguardia, incluida la edición de genes, los científicos fueron capaces de identificar una pieza clave en el aprendizaje aversivo de los mosquitos: la dopamina, un neurotransmisor del sistema nervioso central.
Fueron capaces de ajustar cascos en los mosquitos, que permitieron monitorizar su actividad cerebral durante experimentos de vuelo realizados en el olfatómetro, tanto con mosquitos previamente expuestos a la relación olor atractivo-sensación desagradable como con otros que no. Se apreció que la actividad neuronal en la región del cerebro donde se procesa la información olfativa se modula por la dopamina, que permite al insecto discriminar los olores y potencialmente aprenderlos.
Aunque desafortunadamente no hay forma de saber exactamente qué atrae a un mosquito hacia un ser humano en particular, ya que poseemos cócteles moleculares únicos que incluyen combinaciones de más de 400 sustancias químicas, comprender los mecanismos de aprendizaje de los mosquitos puede aportar nuevas herramientas para su control. Por ejemplo, podríamos atacar la capacidad de los mosquitos para aprender, o bien explotar este conocimiento para perjudicarlos en nuestro beneficio.
Fuente: Modulation of Host Learning in Aedes aegypti Mosquitoes, Current Biology