
En otoño, el descenso de temperaturas y el aumento de la humedad favorecen la aparición de condensaciones en viviendas, oficinas y edificios públicos, generando un entorno propicio para el desarrollo de moho. El moho no solo deteriora los materiales sino que también puede afectar a la salud, por lo que hay que poner atención a su posible aparición.
Prevención y control del moho en interiores
Con la llegada del otoño, el incremento de la humedad, las precipitaciones y la menor ventilación natural en edificios favorecen la aparición de un problema común: el moho.
La presencia de colonias fúngicas en viviendas, oficinas y locales no solo compromete la calidad del aire interior (CAI), sino que también puede derivar en el deterioro de materiales y en riesgos para la salud ocupacional.
¿Qué es el moho?
El moho es un conjunto de hongos microscópicos que crecen en ambientes húmedos, poco ventilados y con presencia de materia orgánica.
Sus esporas están presentes de forma natural en el aire, pero cuando encuentran condiciones adecuadas de humedad y temperatura, germinan y forman colonias visibles sobre sustratos como yesos, maderas, pinturas o textiles.
Los géneros más frecuentemente identificados en entornos interiores son Aspergillus, Penicillium, Cladosporium y Alternaria. Algunos de ellos están asociados a reacciones alérgicas, asma, infecciones oportunistas y procesos respiratorios, por lo que su presencia sostenida constituye un indicador de riesgo higiénico-sanitario.
El moho también genera genera daños estructurales y problemas estéticos, como la aparición de manchas en paredes, techos, textiles y mobiliario, olores persistentes difíciles de eliminar, o la degradación de pinturas, yesos, maderas y tapicerías.

Factores que favorecen el desarrollo de moho
Los condicionantes para el crecimiento fúngico en interiores pueden clasificarse en tres categorías:
Factores ambientales:
- Humedad relativa elevada: cuando la humedad relativa supera el 60 % se crean condiciones óptimas para la proliferación.
- Condensaciones: son frecuentes en ventanas y paredes frías, especialmente en estancias mal aisladas.
- Temperaturas moderadas (15–25 °C).
Factores constructivos:
- Deficiencias en el aislamiento térmico.
- Ausencia o ineficacia de sistemas de ventilación mecánica.
- Filtraciones de agua, goteras o fugas de tuberías.
Factores de uso y mantenimiento:
- Secado de ropa en interiores sin ventilación.
- Uso inadecuado de los extractores en baños y cocinas.
- Acumulación de mobiliario junto a paredes frías, que dificulta la circulación del aire.
Control del moho
El control del moho debe integrarse en los planes de mantenimiento preventivo de edificios, con medidas que incidan sobre la humedad, la ventilación y el aislamiento. La mejor estrategia contra el moho es evitar que encuentre las condiciones adecuadas para crecer con medidas como:
- La correcta gestión de la humedad es clave para evitar el moho. La OMS recomienda mantener un nivel de humedad entre 40-60% (Guías de Calidad del Aire Interior 2009, OMS).
Se recomienda:
- la corrección inmediata de filtraciones, goteras o fugas de fontanería,
- la instalación de deshumidificadores en zonas críticas.
- correcto aislamiento y control de las condensaciones
- la eliminación de puentes térmicos y la mejora del aislamiento de envolventes, según los criterios del Código Técnico de la Edificación, Documento Básico HS1: Protección frente a la humedad.
- La ventilación es otro puntal de la prevención del moho. Por lo que se recomienda:
-una adecuada la ventilación natural en edificios sin sistemas mecánicos.
-la verificación del correcto funcionamiento de sistemas de ventilación forzada o de recuperación de calor.
- el cumplimiento de los caudales mínimos establecidos en el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE, RD 1027/2007 y modificaciones posteriores).
- la aplicación de la norma UNE-EN 16798-1:2020, que establece parámetros de ventilación para conseguir una adecuada calidad del aire interior.

Eliminación y control correctivo del moho
En presencia de moho visible, se deben adoptar medidas de limpieza y desinfección, combinadas con la eliminación de la causa que lo genera:
- Primero, la seguridad del personal: dado que las esporas y las micotoxinas que pueden generar los hongos pueden ser nocivos para la salud, para manipular superficies contaminadas es más que recomendable el uso de EPIs: guantes, gafas y mascarilla con filtro P2 o superior, conforme a la UNE-EN 149:2001+A1:2010.
- Limpieza: Para limpiar las zonas afectadas por moho deben usarse productos biocidas fungicidas autorizados, como soluciones de hipoclorito sódico u otros productos específicos para moho. Su uso está regulado en el marco del Reglamento (UE) nº 528/2012 sobre productos biocidas.
- Ventilar bien la estancia durante la limpieza
- Tratamiento de materiales porosos afectados: en casos de colonización avanzada, puede ser necesaria la retirada y sustitución de los elementos contaminados.
- En situaciones persistentes o de gran extensión, se recomienda recurrir a empresas especializadas en control ambiental.
En conclusión, el moho es un problema frecuente en interiores durante el otoño y el invierno, pero también es un riesgo prevenible. Controlar la humedad, ventilar correctamente y mantener un buen aislamiento son las claves para evitar su aparición. Actuar de forma temprana no solo protege la salud de quienes habitan los espacios, sino que también previene daños estructurales y costes innecesarios.








