La formación como pilar de la cultura de la seguridad alimentaria en la empresa

La formación como pilar de la cultura de la seguridad alimentaria en la empresa

cultura de la seguridad alimentaria

La formación continua es esencial para forjar una cultura de la seguridad alimentaria robusta y comprometida en las empresas, asegurando buenas prácticas del personal y un compromiso organizacional con la inocuidad de los alimentos.

Cultura de la seguridad alimentaria en las empresas

La seguridad alimentaria es un desafío que va más allá de la mera aplicación de procedimientos técnicos. Es un compromiso que involucra la conciencia y el comportamiento de cada miembro de una empresa, ya sea en la producción, elaboración, distribución o servicio de alimentos.

Las incidencias en seguridad alimentaria frecuentemente se deben a prácticas inadecuadas o a una cultura organizacional deficiente, más que a fallos en los sistemas de gestión. Por ello, la formación continua se erige como una herramienta clave para fomentar una cultura de la seguridad alimentaria efectiva y duradera.

La seguridad alimentaria: un compromiso colectivo

La cultura de la seguridad alimentaria es un principio general de higiene, incorporado formalmente en 2021 a la legislación europea mediante la modificación del Reglamento 852/2004 relativo a la higiene de los productos alimenticios. Con este principio general de higiene se introducen aspectos sociales y de comportamiento en la gestión de la inocuidad de los alimentos.

La cultura de la seguridad alimentaria se define por las actitudes, valores y creencias compartidos por el personal de una organización y es determinante para la eficacia de la gestión de la seguridad alimentaria. 

La formación continua es una de las herramientas estrategicas para crear y mantener una cultura de la seguridad alimentaria positiva en la empresa. No se trata solo de impartir conocimientos, sino de fomentar una actitud proactiva y consciente en todos los niveles de la empresa. 

 

cultura de la seguridad alimentaria

La formación continua como estrategia

Para instaurar y mantener una cultura de seguridad alimentaria en la empresa, la formación no debe ser un evento aislado, sino un proceso continuo y holístico. A diferencia de una exposición única sobre un tema, la capacitación es una forma de presentar conceptos de inocuidad de los alimentos, así como de revisarlos, evaluarlos y brindar oportunidades para la mejora continua. Todos/as en la empresa tienen un papel que desempeñar en este reto.

Vamos a ver algunos aspectos a tener en cuenta para el desarrollo de un programa de formación efectivo:

  • Formación desde el primer momento: Para incorporar una cultura de seguridad alimentaria en la empresa, todas las partes interesadas deben tener un conocimiento básico de la seguridad alimentaria. Un punto de partida fundamental es asegurarse de que la seguridad alimentaria y la cultura de seguridad alimentaria de la empresa sean el objetivo del proceso de incorporación de nuevos empleados. Es recomendable designar personas en la empresa que estén fuertemente involucradas en el tema y que serán un recurso clave para presentar a los empleados los conceptos, las expectativas, los comportamientos y la importancia de la seguridad alimentaria para el negocio.
     
  • Colaboración: La formación debe trascender las barreras departamentales, involucrando a todos los niveles de la empresa, desde la alta dirección hasta el personal de mantenimiento y producción. Cuanto más se involucre la diversidad de departamentos y puestos, más se universalizarán las realidades de lo que la seguridad alimentaria requiere para participar proactivamente en ella: comportamientos, estándares, objetivos, materiales o herramientas. 
     
  • Eficacia y relevancia: La frecuencia de las formaciones es menos importante que su eficacia y relevancia. No existe una cifra mágica en términos de la frecuencia de las actividades formativas. Es más importante que las formaciones reflejen los hallazgos del análisis de riesgos de la empresa, priorizando la relevancia de las necesidades formativas, y estén dirigidas a promover la aplicación práctica del conocimiento adquirido.
     
  • Retroalimentación: Medir la eficacia de la formación puede ser complejo. Implementar programas de evaluación, entrevistas periódicas con los empleados y fomentar la participación organizacional del personal puede ofrecer una comprensión más completa de la efectividad de los programas de formación. Las entrevistas regulares con empleados y distribuir cuestionarios relacionados con la seguridad y calidad de los alimentos, el análisis de peligros y puntos de control críticos (APPCC), o las buenas prácticas de fabricación (GMP) pueden generar oportunidades para sesiones de formación informales y fortalecer la conciencia sobre procedimientos y prácticas existentes o nuevos.
     

La formación es esencial para desarrollar una cultura de la seguridad alimentaria robusta y comprometida. Invirtiendo en formación continua y en la evaluación de su impacto, las empresas pueden potenciar la producción y distribución de alimentos inocuos, protegiendo así la salud de los consumidores y la integridad de sus marcas.

 

 

 

 

 

 

 

 

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