Investigadores de la Universidad de Zaragoza han desarrollado un indicador visual para controlar la caducidad real de los alimentos. Una formulación aplicada en un adhesivo líquido, que a su vez se aplica en el material para el envasado de los alimentos, cambia de color cuando se produce crecimiento de bacterias, indicando el deterioro del alimento.
BactoAlarm: control de la vida útil de los alimentos
El Grupo de Investigación Analítica (GUIA) de la Universidad de Zaragoza ha creado un sensor para envases alimentarios, al que han llamado BactoAlarm, que marca la caducidad real del alimento envasado.
El descubrimiento se produjo al buscar nuevas fórmulas antimicrobianas para materiales en contacto con los alimentos. Una de las fórmulas probadas cambió de color al producirse el crecimiento bacteriano y los científicos, liderados por la doctora Cristina Nerín, relacionaron este cambio de color con la reacción entre metabolitos liberados por las bacterias al crecer y la fórmula probada.
Tomando este hecho como base, la idea fué crear un sensor que actue como indicador visual del crecimiento bacteriano en el alimento y, por tanto, nos indique la caducidad real de la vida útil del alimento.
El tiempo requerido para el cambio de color depende de la cantidad inicial de microorganismos en el alimento, cuanta más carga bacteriana más rápido cambiará el color de blanco o verde hacia colores oscuros como marrón o incluso negro. BactoAlarm, que de momento está desarrollado para pollo y pavo fresco, puede aplicarse en el envase en forma de etiqueta o de tira.
El desarrollo es producto de una colaboración a tres bandas, la Universidad de Zaragoza, que produce la formulación sensible a las bacterias, la empresa Samtach de Barcelona, que combina la fórmula con un adhesivo líquido y la empresa Discovery Flexibles, en Dundee (Escocia), que aplica el adhesivo con la fórmula a los materiales para envasado de alimentos.
La nueva tecnología se ha extendido a escala industrial y, en la actualidad, está en fase de ensayo en una empresa alimentaria como paso previo a su salida al mercado. El sensor está patentado y su patente extendida en la actualidad a 69 países.
Fuente: Universidad de Zaragoza