Los ácaros del polvo doméstico y las alergias

Los ácaros del polvo doméstico y las alergias

calidad aire interior

No se ven pero están y, a veces, se notan. Las numerosas especies de ácaros que conviven con los humanos en los ambientes domésticos pueden inducir reacciones alérgicas y provocar asma bronquial, rinoconjuntivitis alérgica o dermatitis atópica. Su control en ambientes interiores se basa principalmente en mantener una humedad relativa baja y medidas higiénicas de lavado y aspirado de posibles reservorios de ácaros y alérgenos.

 

Los ácaros del orden Astigmata, cuyos alérgenos se dispersan principalmente a través de las partículas fecales, se consideran la principal fuente de alergia en ambientes interiores. Los ácaros domésticos se encuentran presentes en el polvo acumulado en colchones, alfombras, muebles, etc. en domicilios u otros espacios interiores y son capaces de provocar sensibilización e inducir reacciones alérgicas.

Comparativamente son pocos los trabajos dirigidos al estudio de la biología de los ácaros, de los que se tienen conocimientos mucho menores que de los insectos. La gran mayoría de los trabajos se centran en el estudio de las reacciones alérgicas que causan.

Sin embargo, los ácaros domésticos nos acompañan desde los primeros asentamientos humanos en la época Neolítica y se piensa que, previamente, evolucionaron asociados a nidos de animales, donde encontraban fibras con microclimas de elevada humedad relativa, acumulación de detritos y presencia de restos de alimentos.

Un interesante artículo elaborado por investigadores del Departamento de Biotecnología Microbiana y de Plantas del Centro de Investigaciones Biológicas-CSIC recoge información científica sobre estos diminutos animales, de la que a continuación destacamos algunos aspectos.

Especies de mayor relevancia para la salud pública

La mayoría de los estudios publicados sobre la biología y alergenicidad de los ácaros domésticos se han dirigido a las dos especies más cosmopolitas y de mayor incidencia a nivel mundial: Dermatophagoides pteronyssinus y Dermatophagoides farinae.

Su distribución geográfica y frecuencia estacional está directamente relacionada con las condiciones medioambientales favorables a su desarrollo. Los ácaros domésticos requieren temperaturas suaves/cálidas ( entre 20ºC-32ºC) y elevada humedad relativa (75-90%).

La humedad relativa es el factor más crítico para el desarrollo de los ácaros del orden Astigmata, al que pertenecen D. pteronyssinus y D. farinae, ya que éstos se hidratan fundamentalmente por absorción activa del vapor agua del aire a través de las denominadas glándulas supracoxales. En consecuencia, la densidad de ácaros en zonas áridas/semiáridas, de montaña o de marcado clima continental es generalmente muy baja, dependiendo en último término de las condiciones microclimáticas de cada hogar.

En España, las áreas con mayor abundancia de ácaros domésticos son los litorales atlánticos (zona cantábrica y andaluza), la cuenca mediterránea y el archipiélago canario.

Hábitat principal de los ácaros domésticos

El hábitat principal de los ácaros domésticos es el polvo de los sustratos compuestos de fibras textiles, como los colchones o alfombras, las partículas inertes de origen diverso, partículas inertes de origen diverso (minerales, plásticos, madera, etc.), detritos orgánicos (escamas de piel humana o animal, restos de alimentos que pueden ser muy heterogéneos) y flora microbiana, como hifas de hongos, levaduras y bacterias, que se alimentan de dichos detritos y a su vez son fuente de alimento para el ácaro) (Colloff, 2009).

A pesar de que los ácaros del polvo doméstico se desarrollan en microhábitats muy ricos en restos de piel, no está comprobado experimentalmente que esta sea su única fuente de alimento. Se ha demostrado que las escamas de piel intactas no son nutricionalmente óptimas para los ellos, y que crecen mejor cuando éstas han sido precolonizadas por ciertos hongos o cuando se complementan con otras fuentes de nutrientes.

Se ha demostrado además que los ácaros del polvo doméstico son especies omnívoras, capaces de crecer a base de alimentos muy diversos (cereales, levaduras, huevo, comida de peces, etc.).

acaros

La alergia a los ácaros del polvo

La alergia es una reacción de hipersensibilidad asociada a mecanismos inmunológicos de tipo innato y adaptativo, normalmente mediados por inmunoglobulinas tipo IgE. Las proteínas capaces de inducir anticuerpos IgE en individuos susceptibles se denominan alérgenos.

Los  ácaros del polvo doméstico se consideran la principal fuente de alergia en interiores, y pueden provocar asma bronquial, rinoconjuntivitis alérgica y dermatitis atópica.

Hasta la fecha se han descrito un total de 31 alérgenos en D. farinae y 21 en D. pteronyssinus, con función bioquímica diversa y en muchos casos desconocida. Sin embargo, la reacción alérgica suele inducirse mayoritariamente en respuesta a solo unos pocos alérgenos, los llamados alérgenos mayores y serodominantes, que en D. pteronyssinus son Der p 1, Der p 2 y Der p 23

Los cuerpos (y restos) del ácaro son una fuente importante de alérgenos, pero la principal vía de exposición son sus heces (pellets fecales), ya que su pequeño tamaño (15-30 μm) y posterior fragmentación en partículas fecales favorece su dispersión por el aire. Además, las partículas fecales constituyen un importante reservorio de enzimas proteolíticas (entre las que se encuentran algunos alérgenos) cuya actividad puede participar en el proceso de la alergia. 

Muchos de los alérgenos de estos ácaros pertenecen a familias de enzimas que participan en la digestión proteolítica, metabolismo o detoxificación, y que, por la particular fisiología digestiva de los ácaros, pueden acumularse en las heces. En términos generales, los alérgenos presentan alta estabilidad en el ambiente y son producidos por el ácaro en gran cantidad.

Estrategias para limitar los efectos sobre personas alérgicas

La principal estrategia para limitar los efectos de los ácaros del polvo doméstico sobre pacientes alérgicos es evitar la exposición.

Una de las prácticas más eficaces consiste en el control ambiental de las estancias manteniendo una humedad relativa entre 35-50% (mediante ventilación frecuente, uso de deshumidificadores, etc.) combinado con medidas higiénicas de lavado y aspirado regular de posibles reservorios de ácaros y alérgenos.

Por otro lado, el control químico mediante acaricidas es una práctica actualmente poco recomendada por la comunidad médica, ya que no logra reducir lo suficiente los alérgenos presentes en el ambiente. El número de materias activas disponibles para uso doméstico es limitado y, aunque existen formulaciones basadas en benzoato de bencilo, piretroides o aceites esenciales de plantas que muestran resultados satisfactorios en laboratorio, su aplicación práctica en hogares (e.g. en el interior de colchones) es difícil y ha mostrado resultados inconsistentes.

Nuevas líneas de investigación

Por último, el estudio expone la limitación en el conocimiento de la biología de los ácaros y sus procesos fisiológicos.

La producción de alergenos por el ácaro depende de su dieta y de las condiciones de cultivo. Por tanto, el conocimiento de su función fisiológica y su regulación puede ayudar a optimizar la producción de extractos alergénicos para realizar tratamientos. En los últimos años se han secuenciado los genomas de distintas especies de ácaros. El acceso a esta información puede contribuir, según los autores, a optimizar los mecanismos de control de los ácaros domésticos, así como a un mayor conocimiento de su alergoma.

 

Fuente: J. Cristian Vidal-Quist, Pedro Castañera y Pedro Hernández-Crespo: Ácaros domésticos productores de alergia, Boletín SEEA no3, 2018

 

 

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