Tras un periodo de éxito en la lucha mundial contra la malaria (2000-2016), los avances se estancan. Gran parte de este éxito se debe a la lucha antivectorial, que depende en gran medida del uso de insecticidas piretroides, tanto en mosquiteras como en tratamientos de acción residual. Pero, desafortunadamente, la resistencia de las especies de mosquitos principales vectores de la enfermedad contra los insecticidas va en aumento.
El informe Global report on insecticide resistance in malaria vectors: 2010–2016, publicado este año por la OMS, recoge datos preocupantes para el futuro del control de las principales especies de mosquitos que actúan como vectores de la malaria; la resistencia de estos insectos a todos los tipos de insecticidas aumenta.
Los datos, obtenidos de 79 países entre 2010 y 2016, muestran reducciones significativas en la carga de la malaria desde el año 2000, pero también un estancamiento del progreso en los últimos años. El control de vectores ha sido responsable de evitar cientos de millones de casos de malaria, pero las principales herramientas utilizadas siguen estando basadas en los insecticidas, cuya efectividad continua está amenazada por la resistencia.
Aunque la información actual está limitada en algunos casos, es evidente que, en todas las regiones de la OMS con transmisión continua de la malaria, los vectores principales de la enfermedad han desarrollado resistencia a las cuatro clases principales de insecticidas comúnmente utilizados para controlarlos. En el 2017, la OMS desarrolló la herramienta on-line Malaria threats map para facilitar una consulta interactiva de los datos disponibles.
Resistencia a los insecticidas
Los análisis de tendencias indicaron que la frecuencia de resistencia a los piretroides en los vectores de malaria aumentó a nivel mundial entre 2010 y 2016.
La resistencia a los piretroides (y al diclorodifeniltricloroetano, DDT) se confirmó en al menos la mitad de los sitios analizados en todo el mundo, y fue más común en los países de las regiones africanas y del Mediterráneo oriental. La resistencia a otras dos clases de insecticidas (organofosfatos y carbamatos) fue más común en las regiones de Asia sudoriental, el Pacífico occidental y el Mediterráneo oriental, y fue relativamente poco frecuente en la Región de África y en la Región de las Américas.
Entre 2010 y 2016, 61 países en los que la malaria es endémica notificaron resistencia a, al menos, una de las cuatro clases de insecticidas recomendados por la OMS, y 50 de estos países notificaron resistencia a dos o más clases.
En el seguimiento desarrollado, se realizaron análisis de tendencias para determinar los cambios significativos entre 2010 y 2016, centrandose en la resistencia a insecticidas específicos y en grupos de vectores específicos.
Se observó un aumento global en la frecuencia de resistencia para todos los insecticidas piretroides probados. Los aumentos fueron mayores para etofenprox (44% de aumento, de 7% a 51%), alfacipermermina (40% de aumento de 10% a 50%) y ciflutrina (28% de aumento, de 4% a 32%). El aumento fue menos pronunciado para los otros piretroides, aunque estos presentaron una mayor frecuencia de resistencia inicial ya en 2010: deltametrina (aumento del 14%, del 20% al 34%), permetrina (aumento del 5%, del 40% al 45%) y lambda -ciclotrina (aumento del 3%, del 33% al 36%).
Los datos indican que el aumento de la resistencia es un problema para todos los piretroides y la OMS realizará evaluaciones adicionales para identificar si existen diferencias entre los insecticidas piretroides en relación a la frecuencia de la resistencia y a las tendencias de este fenómeno a lo largo plazo, a fin de reconducir sus recomendaciones para el monitoreo de la resistencia a los insecticidas.
Para los carbamatos, el aumento global de la supervivencia en vectores fue mucho mayor para el propoxur (aumento del 15%, del 9% al 24%) que para el bendiocarb (aumento del 2%, del 7% al 9%).
Para los organofosforados, hubo un aumento evidente en la resistencia al malatión (aumento del 5%, del 3% al 8%) y fenitrotión (aumento del 3%, del 12% al 15%). Para el pirimifos-metilo no hubo evidencia clara de un aumento en la frecuencia de resistencia.
Vectores y resistencia
En cuanto a los vectores, el aumento en la frecuencia de resistencia a los piretroides fue sorprendentemente alto en An. funestus s.l. (32% de aumento, de 26% a 58%), moderado para An. gambiae s.l. (13% de riesgo, de 21% a 34%) y mínimo para otros vectores de malaria (5% de aumento, de 10% a 15%).
También hubo un aumento significativo en la frecuencia de resistencia a los organoclorados (41% de aumento, de 0% a 41%) en An. funestus sl, pero una disminución aparente en la resistencia al carbamato (disminución del 20%, del 42% al 22%), asi como un ligero aumento en la resistencia a los organofosforados (disminución del 2%, del 2% al 0%) entre 2010 y 2016. Sin embargo, los datos disponibles para estas últimas dos clases de insecticidas son bastante limitados, por lo que deben interpretarse con cautela.
Aunque el verdadero impacto de la resistencia a los insecticidas en la efectividad del control de vectores aún no se conoce, los datos muestran el potencial problema futuro para el control y la eliminación de la malaria, particularmente en África, donde la carga de la enfermedad sigue siendo la más alta.
Por lo que la OMS considera necesario el desarrollo e implementación de estrategias de control y gestión de la resistencia a los insecticidas, que apunten a mantener la efectividad de las intervenciones actuales de control de vectores de la malaria e integren nuevas herramientas probadas una vez que estén disponibles.
Global report on insecticide resistance in malaria vectors: 2010–2016 , OMS, 2018