El pulverizador es un equipo muy utilizado en el control profesional de plagas urbanas, ya que permite aplicar biocidas líquidos de forma dirigida, segura y controlada. Cuidarlo y adoptar una rutina de mantenimiento adecuada de este aliado imprescindible alargará su vida útil y mantendrá su funcionamiento óptimo.  

El pulverizador en el control de plagas

Los pulverizadores utilizados en el control de plagas urbanas son recipientes herméticos a presión, que se utilizan para la aplicación de formulaciones biocidas líquidas mediante pulverización. Constan de una bomba que se acciona manualmente y que presiona el líquido a través de una boquilla regulable.

La forma de la boquilla y la presión aplicada determinan el tamaño de las gotas y la forma cómo se distribuyen, de forma versátil según las necesidades del tratamiento.

En el control de plagas urbanas se utilizan muy habitualmente en gran diversidad de tratamientos. Por ejemplo:

• Tratamientos dirigidos contra insectos rastreros, como cucarachas, hormigas o chinches, aplicados en bandas y franjas en rodapiés, uniones suelo–pared, tras muebles, arquetas, cuartos técnicos, etc.
• Tratamientos de superficies para insectos voladores, aplicados en zonas de reposo (paredes, techos, estructuras) con insecticidas de acción residual.
• Tratamientos en grietas y rendijas, con boquillas de chorro directo para penetrar en huecos estructurales o conducciones. 
• Tratamientos perimetrales en exteriores, para la creación de barreras químicas en fachadas, muros, zócalos o zonas ajardinadas, por ejemplo contra hormigas, pulgas y garrapatas.
• Tratamientos supercifiales de la madera

Asi pues, el pulverizador es una de las principales herramientas para el técnico aplicador en servicios biocidas. Cuidarlo y darle un mantenimiento adecuado alargará su vida útil y lo mantendrá en óptimas condiciones. Para ello, la experta en control de plagas Anna Iversen (B&G) tiene una serie de consejos, que comparte en este video de la British Pest Control Association (BPCA), y que os destacamos a continuación.

1. Cuida de tu equipo y él te cuidará a ti

Considera que tu pulverizador es más que un simple accesorio: es un compañero y merece un cuidado adecuado. Darle un poco de mantenimiento rutinario te evitará muchos problemas.

2. No guardes el pulverizador lleno

Uno de los problemas más comunes que destaca A. Iversen es que los técnicos guardan sus pulverizadores con el producto químico dentro, a veces con temperaturas ambiente muy bajas. El frío puede congelar el líquido, provocando la rotura de componentes como la lanza, la válvula o la manguera. Incluso si no hace frio, los productos químicos pueden causar corrosión en las piezas internas del pulverizador y provocar averías.

Asi que la recomendación es: guarda siempre el pulverizador vacío y limpio, idealmente dentro de una funda protectora. Además, si el frío es intenso, retira la válvula antes de guardarlo, ya que es una de las piezas más vulnerables... y también más caras.

3. Prepara tus herramientas de mantenimiento y los EPI

Antes de comenzar cualquier operación de mantenimiento del pulverizador, ponte los equipos de protección individual (EPI) para proteger tus manos, ojos y pulmones, según sean necesarios. Recuerda que incluso un pulverizador limpio puede tener residuos de pesticidas. 

Mantén a punto tu kit de reparación con las herramientas necesarias, como llaves inglesas, destornilladores o cepillos de nailon y busca un espacio de trabajo adecuado para llevar a cabo el mantenimiento del pulverizador.

4. Inspecciona el pulverizador regularmente

El pulverizador debe inspeccionarse regularmente, a diario si es posible, para comprobar si tiene residuos químicos, signos de desgaste, grietas en la manguera, filtros obstruidos o fugas en las conexiones.

Iversen insiste en el cuidado de la boquilla y los filtros, dos piezas que tienen impacto directo sobre la calidad de la pulverización. Si el patrón de pulverización cambia repentinamente, suele deberse a una boquilla o filtro obstruido. El filtro es una pieza pequeña pero si se obstruye puede restringir gravemente el flujo del liquido. Si  está obstruido hay que sacarlo y límpiarlo o si está oxidado o doblado, hay que reemplazarlo.

5. Consejos básicos de limpieza

No necesitas productos químicos agresivos para limpiar tu pulverizador. De hecho, no debes usar lejía, ya que puede manchar o corroer las piezas de metal. Limpia el pulverizador con jabón y agua tibia, y usa un cepillo largo de nailon para llegar al fondo del tanque, donde suelen quedar restos de líquido.

6. Reemplazar componentes periódicamente

El pulverizador está hecho para durar. Pero para ello, algunos componentes deben reemplazarse periódicamente, como los neumáticos o el aceite de la furgoneta, ya que el uso regular causa desgaste.

Las boquillas, por ejemplo, pueden ensancharse con el uso y aumentar su caudal. Esto significa que se aplicará más producto químico del previsto, lo que puede infringir las condiciones de uso según el fabricante, además de un gasto innecesario.

Cada 6 o 12 meses deberían reemplazarse piezas que sufren desgaste, como juntas, muelles o la punta de la boquilla.

7. Cuidado del filtro y la boquilla

En el filtro y la boquilla es dónde empiezan la mayoría de los problemas.

Los filtros atrapan la suciedad y mantienen el sistema limpio pero, a cambio, requieren una atención regular. Si el filtro está demasiado sucio para limpiarlo, reemplázalo. 

Las boquillas se desgastan con el uso pero son económicas de reemplazar y esenciales para mantener la precisión del chorro. Para limpiarlas utiliza cepillos de nailon. Nunca las limpies con un imperdible ni un clip, ya que estropearás el patrón de pulverización.

No olvides revisar la junta de la boquilla, un pequeño anillo negro que puede desprenderse provocando fugas. Si se producen goteos, comprueba que la junta de la boquilla sigue en su lugar.