Descubierta una nueva toxina fúngica con potencial para el control sostenible de plagas

Descubierta una nueva toxina fúngica con potencial para el control sostenible de plagas

insecticidas

La capacidad que tienen ciertos microhongos de generar sustancias tóxicas es, desde el punto de vista del ser humano, un arma de doble filo. Si bien ciertas micotoxinas pueden contaminar y convertir en veneno cosechas enteras, otras nos ofrecen la posibilidad de deshacernos de las plagas de insectos y ácaros. Investigadores en Madrid han descubierto la anisoplina, una micotoxina con futuro como herramienta biotecnológica para el control de plagas.

 

Hacia un control más sostenible de las plagas de insectos y ácaros

insecticidasSu nombre es Metarhizium anisopliae y es un hongo capaz de colonizar insectos y ácaros hasta provocarles la muerte. Se le puede encontrar en los suelos o adherido a raices de las plantas, a la espera de que llegue algún insecto o ácaro para parasitarlo.

Su actividad insecticida y acaricida es conocida desde hace años y, de hecho, existen formulaciones comerciales que lo contienen para controlar plagas como las termitas, el ácaro Varroa destructor que ataca a las abejas o el mosquito Anopheles gambiae, responsable de la transmisión de la malaria.

Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han profundizado en el conocimiento de cómo actúa este hongo para acabar con sus víctimas de seis y ocho patas, y hallado una micotoxina no conocida hasta ahora, producida por Metarhizium anisopliae, que ofrece nuevas posibilidades en el diseño de herramientas biotecnológicas para el control de plagas.

Esta sustancia, llamada anisoplina, es una proteína tóxica que pertenece al grupo de las ribotoxinas fúngicas, son enzimas, es decir, que pueden actuar como catalizadores eficaces y selectivos de reacciones químicas muy concretas.

Las ribotoxinas, que pueden ser producidas por hongos corrientes y, en principio, inofensivos, como los de los géneros Aspergillus y Penicillium, tienen carácter citotóxico. Por una parte, las ribotoxinas son capaces de atravesar membranas lipídicas y entrar en las células y por otra son capaces de degradar el ácido ribonucleico o RNA. Para ello, rompen un único enlace del RNA de la célula, el ribosoma, que es el responsable de la biosíntesis de proteínas, es decir matan a la célula anulando su capacidad para producir proteínas.

Recientemente se ha descrito la capacidad insecticida de las ribotoxinas y se ha demostrado que son especialmente eficaces frente a células y larvas de insecto. 

Por este motivo, el descubrimiento y la caracterización de la anisoplina adquiere una relevancia particular, dado que Metarhizium anisopliae es entomopatógeno, es decir, que su función natural es infectar y matar insectos. Los autores del estudio consideran que la anisoplina abre la puerta a nuevas estrategias, que enriquezcan las posibilidades del control integrado y ambientalmente sostenible de plagas.

 

Fuente: Universidad Politécnica de Madrid

Foto: Álvaro Martínez-del-Pozo

 

 

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