Una molécula de ozono toma forma después de una alta carga electrica, está formada por tres átomos de oxígeno y tiene un alto poder oxidante. Es por esta razón que se emplea muy a menudo en la desinfección, ya que daña la estructura de las células y por lo tanto es un biocida muy útil en la lucha contra todo tipo de bacterias.
Una de las aplicaciones del ozono es la limpieza de las torres de refrigeración en la lucha contra la legionella, ya que su uso es fácil y seguro y no requiere almacenamiento (se produce in-situ gracias a aparatos generadores de ozono). Particularmente, se trata de un producto muy eficaz para destruir el biofilm que recubre las cañerías y donde suele estar presente de forma más persistente la bacteria.
Esquema de generación de una molécula de ozono
Por otro lado, este gas es también muy usado en el sector de la lavandería, además de por su poder desinfectante por los siguientes factores:
- Reduce el consumo de agua caliente. El ozono, al generar oxígeno y por lo tanto aumentar el poder de limpieza, permite reducir la temperatura del agua. De este modo, además del ahorro económico directo que se consigue se daña menos la ropa.
- Reduce el uso de productos químicos: como en el caso anterior, este factor permite una conservación mayor de los tejidos. En primer lugar, y gracias a su poder desinfectante, permite obviar la utilización de cloro para blanquear. En segundo lugar, no será necesario el uso de suavizantes porque el ozono impide la formación de electricidad estática (que es donde incide el suavizante).
- Mejora el medio ambiente: el hecho de que el ozono permita reducir el uso de productos químicos repercute directamente en la calidad de las aguas residuales. Además, este elemento abre las fibras y las hace susceptibles de menos aclarados.
Hay que tener en cuenta que el ozono puede ser peligroso para la salud humana a altas concentraciones. La concentración máxima aceptable es de 0,06 ppm (partes por millón) para 8 horas al día, 5 días a la semana. Para un máximo de 15 minutos se aplica un valor de 0,3 ppm. Es importante resaltar que mucho antes de llegar a esas concentraciones el gas es percibido por el olfato humano.