Los trihalometanos son sustancias tóxicas, como el cloroformo, que se generan en el proceso de potabilización al poner en contacto la materia orgánica del agua con cloro o fluor y que en altas concentraciones entrañan un riesgo de desarrollo de cáncer de pulmón o mama entre otros. Aunque habitualmente su presencia es baja en el agua de grifo, es algo que debe controlarse y que podría evitarse completamente si en vez de usar cloro o similares en la potabilización se empleara ozono.
Pero esto es algo difícil puesto que habría que cambiar los sistemas de potabilización.
Este problema no existe en las aguas residuales, ya que el amonio que contienen reacciona con el cloro formando cloraminas desinfectantes, según declaraciones de científicos del CSIC a raíz de una noticia en la que se informa de exceso de trihalometanos en el agua de grifo de seis ciudades españolas.
Varios investigadores norteamericanos han publicado en el último número de la revista Environmental Healt Perspectives un artículo en el que se estudia la presencia de trihalometanos en el agua de grifo de dos domicilios particulares y su incidencia en función del uso que se le da. El artículo se titula Changes in breath trihalomethane levels resulting from household water-use activities y toma en consideración actividades como el riego del jardín, el baño, el lavado de ropa o de la vajilla o su uso para beber.
En dicho estudio se controlaron cuidadosamente las condiciones de exposición al agua y se recogieron los niveles de contaminación del aire interior (particularmente sobre la presencia de cloroformo), de la sangre de los habitantes del domicilio (después de un baño de 14 minutos, por ejemplo), muestras de aire exhalado posteriormente a la ingesta de agua, etc.
Las conclusiones de la investigación demuestran que las actividades en las que incide más la presencia de trihalometanos son el riego y el baño, donde se produce una concentración más grande que es exhalada por los habitantes del espacio.