El uso del amianto en procesos industriales y productos manufacturados ha provocado graves problemas de salud en los trabajadores expuestos y en la población en general. Un artículo publicado en la revista Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia analiza el surgimiento de preocupación médica y social por los riesgos derivados del amianto en España durante el período franquista.
El artículo La literatura médica española sobre los riesgos del amianto durante el franquismo, publicado por el profesor Alfredo Menéndez-Navarro, del Departamento de Historia de la Ciencia de la Universidad de Granada, contribuye a cubrir el vacío historiográfico existente en relación a los riesgos del amianto en España durante la época franquista y al surgimiento de la preocupación médica y social ante este problema. Presentamos un resúmen de su interesante artículo.
La utilización industrial del amianto en la España franquista
El amianto o asbesto es un mineral fibroso de propiedades ignífugas y resistente a la abrasión que ha sido empleado masivamente en procesos industriales y productos manufacturados desde comienzos del siglo XX.
La evolución en el consumo del amianto ha ido indisolublemente ligada a su impacto sobre la salud de la población y la omnipresencia de este mineral ha implicado, además, que sus efectos nocivos, en particular su poder cancerígeno, se hayan extendido más allá de los espacios laborales, alcanzando a grupos de población asentados en el entorno de dichos centros productivos y a la población general.
Los datos de importaciones recogidos por el Instituto Nacional de Estadística son los mejores indicadores del consumo de amianto en España, arrojando un volumen de importaciones de unas 2.600.000 Tm a lo largo del siglo XX.
La importación de este material creció desde principios del siglo XX, momento en que surgieron las primeras empresas nacionales dedicadas a la fabricación de productos de fibrocemento y aislamientos. Entre ellas destacan compañías como Uralita, en Cerdanyola del Vallès en 1907, o Rocalla, creada en 1914.
Junto a la fabricación de tejas de amianto-cemento, primero de los productos que gozó de una amplia aceptación en nuestro país, en la década de los veinte se introdujeron las placas onduladas, las tuberías de presión, los productos para revestimientos decorativos y las aplicaciones empleadas como aislantes térmicos.
El boom de la importación de amianto se produjo a mediados de los años sesenta, siendo su destino mayoritario el sector del fibrocemento. En 1962 el 43% del fibrocemento consumido se empleaba en obras públicas, otro 32% se destinaba a edificación de viviendas particulares y el 25% restante a cubiertas y conducciones de edificaciones industriales. Este crecimiento tuvo su reflejo en la población empleada en el sector, que pasó de 3.095 trabajadores en 1962 a 5.983 en 1967. El consumo nacional de amianto pasó de 23.400 Tm en 1961 a 126.000 Tm en 1974.
A partir de 1975 se inicia un acusado declive en las importaciones, reflejando la crisis económica, las primeras prohibiciones internacionales que provocaron un descenso del consumo mundial y, en particular, el fuerte descenso en la producción de materiales de fibrocemento.
Literatura médica sobre los riesgos laborales del amianto
La relación causal entre amianto y cáncer de pulmón fué establecida ya de una forma convincente en un conjunto de trabajos alemanes aparecidos en 1938, aunque previamente investigadores británicos y norteaméricanos ya habían publicado casos de carcinomas pulmonares detectados entre afectados de asbestosis.
No obstante, en nuestro pais los problemas de salud laboral ligados al amianto tuvieron una tardía atención durante el régimen franquista, cuyo sistema compensador y preventivo en relación a las enfermedades profesionales estuvo prácticamente consagrado al problema de la silicosis hasta los años cincuenta y sesenta.
No fué hasta 1961 que se estableció un nuevo cuadro de enfermedades profesionales, en el que la asbestosis fué incluida junto a la silicosis, pero limitando los trabajos de riesgo a la extracción, preparación y manipulación de amianto, el sector del textil-amianto y la fabricación de guarniciones para frenos, material aislante y productos de fibrocemento. En el aspecto preventivo, se estableció una regulación más estricta de los reconocimientos médicos previos y periódicos de los trabajadores expuestos al riesgo de asbestosis, que debian realizarlos con periodicidad semestral.
Asimismo, en este mismo año se fijó en 175 partículas por centímetro cúbico la concentración máxima permitida de amianto en espacios productivos, el mismo estándar acordado en 1946 por la American Conference of Governmental Industrial Hygienist, que mantuvo su vigencia hasta finales de los años sesenta.
Las medidas adoptadas, con un seguimiento muy limitado por parte de la Inspección de Trabajo y aplicadas sólo en algunos sectores de riesgo, dificilmente garantizaron una adecuada protección frente al amianto en España en esta época.
Crisotilo, W.Commons |
A nivel internacional, durante los años sesenta, se hizo patente la creciente preocupación por las patologías degenerativas en los países industrializados y la acumulación de evidencias sobre el potencial carcinogénico del amianto y la dimensión ambiental del problema.
La industria del amianto reaccionó ante este creciente consenso internacional introduciendo incertidumbre científica sobre el potencial cancerígeno del crisotilo (o amianto blanco), que representaba más del 85% del consumo mundial de amianto. Las investigaciones financiadas por las corporaciones industriales otorgaron a la crocidolita y a la amosita (o amianto azul y marrón, respectivamente) toda la responsabilidad en la producción de los cánceres descritos entre trabajadores y enfermos ambientales.
No obstante, en los años setenta, la IARC (International Agency For Research on Cancer) y otras instituciones, adoptaron una posición terminante, señalando que todos los tipos de fibras de amianto podían provocar mesotelioma y carcinoma de pulmón y negando la posibilidad de definir niveles seguros de exposición. La prensa médica española apenas se hizo eco de estas importantes conclusiones.
Cambio respecto a la concepción de los riesgos
Menéndez-Navarro destaca en su artículo el papel pionero del Dr. Luís López-Areal del Amo, la figura más influyente en la identificación y difusión de los riesgos del amianto en la España del tardofranquismo.
López-Areal, médico de empresa, trabajó sobre la necesidad de sensibilizar a los médicos del trabajo para hacer visible el problema en nuestro país, recogió datos sobre los que realizó las primeras estimaciones de trabajadores expuestos (8.000 en 1971, el 70% en el sector del fibrocemento) y del alto nivel de infrarregistro de la asbestosis y otras patologías del amianto por falta de conciencia entre médicos y autoridades laborales. La incidencia de los cánceres y mesoteliomas provocados por el amianto eran especialmente dificiles de estimar, dada su no consideración como enfermedad profesional.
Desde finales de los sesenta, en el medio académico y hospitalario se refleja un interés por la rareza y poca frecuencia de los cánceres del amianto, particularmente el mesotelioma, pero casi todos los estudios discuten su vinculación con el amianto y raramente se establecen conexiones con las investigaciones de los médicos de empresa.
No será hasta mediados de los setenta, en las postrimerías del régimen franquista y en los primeros años de la transición democrática, que se contemplarán como causas del incremento del número de casos de mesoteliomas pleurales diagnosticados el mayor consumo de amianto y la extensión de las toracotomías exploradoras. La recuperación de las libertades democráticas y la creciente movilización obrera fueron elementos claves para estimular la mirada de los profesionales médicos y la opinión pública española hacia los problemas de salud del amianto en la transición democrática.
Fuente:
Alfredo Menéndez-Navarro: LA LITERATURA MÉDICA ESPAÑOLA SOBRE LOS RIESGOS DEL AMIANTO DURANTE EL FRANQUISMO, Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2012.