Dos "narices" para los mosquitos hembra

Dos "narices" para los mosquitos hembra

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Si pudieramos ubicarnos en la mente de una mosquito hembra, descubririamos que su mundo está dominado por el olfato, en lugar de por la vista o el oido. El olfato la guía hasta el anfitrión idóneo y, tras ingerir sangre, también le permite encontrar agua estancada donde poner sus huevos. La sorpresa de una nueva investigación es que, además, las mosquitos Anopheles tienen en su aparato olfativo una segunda "nariz" para detectar seres humanos.

 

Para los mosquitos hembras, dos conjuntos de sensores de olor son mejores que uno

mosquitoComo mínimo, la mitad de la población mundial vive en riesgo de contraer la malaria e, incluso una proporción mayor, está expuesta a otras enfermedades transmitidas por la picadura de mosquitos.

Ya que sólo las hembras ingieren sangre, para poder desarrollar sus huevos, los factores que determinan la selección de sus anfitriones tienen un gran impacto en la transmisión de este tipo de enfermedades.

Las hembras de mosquito se activan conductualmente, iniciando el vuelo, cuando son estimuladas por señales químicas, llamadas kairomonas, emitidas por potenciales especies anfitrionas.

La mosquito sigue el olor del dióxido de carbono exhalado por los animales para localizar a sus posibles presas. Cuando se acerca al objetivo, utiliza los olores corporales del animal para decidir si se trata de un huésped idóneo y, tras ingerir su sangre, es de nuevo su sentido olfativo el que le ayuda a encontrar agua estancada para poder poner sus huevos y reproducirse.

Son sus delicadas antenas, su probóscide (trompa) y un par de apéndices de la boca, llamados palpos, los que lo hacen posible. Cubiertos por pequeños cabellos huecos (sensilias), que están llenos de una impresionante gama de sensores de olor, pueden discriminar entre miles de compuestos aromáticos diferentes.

Sensores ajustados para detectar seres humanos

Durante los últimos 15 años, investigadores de la Universidad de Vanderbilt (EEUU) han estudiado una familia de 79 receptores de olor (OR, por sus siglas en inglés) del mosquito Anopheles gambiae, transmisor de la malaria, con el objetivo de encontrar mejores repelentes y atrayentes de los mosquitos, para prevenir la propagación de ésta y otras enfermedades transmitidas por estos insectos.

Al ir determinando meticulosamente los compuestos que activan dichos receptores de Anopheles, se sorprendieron al descubrir que éstos no respondian ante muchos de los malos olores humanos que se sabe que pueden detectar los mosquitos.

Tras muchos experimentos, llegaron a la conclusión de que Anopheles gambiae tiene un segundo sistema completo de sensores del olor, que están ajustados especialmente para detectar, al menos, dos señales químicas derivadas del ser humano y que el sistema OR del insecto no puede detectar. Al parecer, las hembras adultas utilizan este segundo sistema de sensores del olor para buscar a sus presas humanas.

Según los autores del estudio, este segundo sistema olfativo, aparentemente más primitivo, llena vacíos importantes en la percepción quimiosensorial del mosquito, que no son proporcionados por el sistema de OR. Incluso consiguieron caracterizar tres de estos sensores, llamados receptores ionotrópicos (IR) en Anopheles y determinar que combinaciones únicas de receptores IR responden a dos clases de compuestos que se hallan en el sudor humano: los ácidos carboxílicos, y derivados del amoníaco llamados aminas.

Una medida de la importancia de un sistema olfativo es el número de conexiones que tiene con el cerebro. Siguiendo esta regla, el sistema de receptores OR es el más importante porque tiene más neuronas que lo vinculan al cerebro del mosquito, pero el sistema de receptores IR le está cercano.

No obstante, todavía hay muchos aspectos del sistema de receptores IR que los científicos desconocen o conocen sólo a medias. Por ejemplo, se intuye que los mosquitos pueden utilizar también esta misma família de proteínas para detectar la radiación infrarroja y los niveles de humedad.

Como comentan los autores del estudio, el mosquito es un organismo extremadamente sofisticado, que utiliza una combinación de sistemas olfativos afinados con precisión para localizar a sus presas. Ahora se han descubierto dos de estos sistemas, pero, en base a lo que se conoce del genoma del mosquito, se piensa que existen otros que todavía no han sido identificados.

 

Fuente: https://www.vanderbilt.edu/

Imagen: Zwiebel Lab, Vanderbilt University

 

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