Casi medio siglo después de la erradicación de la malaria en el continente, mosquitos europeos vuelven a transmitir la enfermedad, que ha rebrotado con fuerza en Grecia, donde 61 personas en cinco prefecturas han contraído la dolencia en el tercer año consecutivo con casos autóctonos. No obstante, según los expertos, no es probable que el brote se transmita a otros países europeos o se restablezca en Europa.
Grecia ha registrado el primer gran brote de malaria en Europa desde la erradicación de esta enfermedad en la Unión europea en 1974. De las 61 personas afectadas, 33 son griegos que no habían viajado nunca a ningún país donde la malaria es endémica.
El brote griego ha afectado con más fuerza en el sur del pais, en una zona situada en el delta del río Evrotas y surcado por múltiples canales de riego y campos de naranjos, que fué uno de los focos históricos de malaria en Grecia y hoy cuenta con una elevada presencia de inmigrantes asiáticos, procedentes de países donde la malaria es endémica. De los 61 afectados, 28 son temporeros paquistaníes y afganos. "Es muy probable que el parásito haya llegado con alguien procedente de un país endémico", explica Denis Coulombier, jefe de la unidad de Vigilancia del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC).
Plasmodium vivax
La malaria está causada por un parásito que las hembras de determinadas especies del mosquito anófeles introducen a través de la picadura en el sistema circulatorio. En los casos de Grecia el parásito es el Plasmodium vivax, una de las cuatro variedades que pueden causar la malaria en humanos -presente sobre todo en Asia y América Latina-, y la más frecuente junto al P. falcitarum, común en África. Aunque los síntomas que produce el vivax son similares -fiebre y dolor de cabeza y articulaciones-, no es la variedad más grave.
Anopheles, CDC |
La malaria no se transmite de persona a persona -salvo embarazadas a los fetos o a través de la sangre- ni entre mosquitos. Tiene que suceder que un mosquito que haya picado a alguien infectado con el parásito lo inocule luego a una persona sana. "La posibilidad de que un caso aislado genere un brote es muy escasa", afirma Agustín Benito, director del Centro de Medicina Tropical del Instituto de Salud Carlos III.
Los anófeles no viven más de 20 días y el parásito debe completar un ciclo de unos 15 en el insecto para volverse infeccioso, por lo que la extensión de la enfermedad requiere una importante población de anófeles. En la zona afectada de Grecia confluyen varios factores: un clima cálido que favorece a los mosquitos, la cercanía entre estos y núcleos humanos y la presencia de población de países endémicos.
Fallo en las medidas de prevención y control
Pero, además, el brote griego indica que en algún momento las autoridades bajaron la guardia y que hubo una relajación en las campañas de prevención del mosquito. Ahora se han tomado medidas en las zonas afectadas como campañas de fumigación y la suspensión de donaciones de sangre durante 6 meses.
Aunque el riesgo de contagio atañe sobre todo a los trabajadores y habitantes de la región afectada, turistas alemanes y rumanos han contraído la malaria en Grecia, por lo que se recomienda a los visitantes tomar medidas para protegerse de los mosquitos.
El cambio climático puede alterar los factores ambientales que influyen sobre la transmisión de la enfermedad, alargando la época de actividad de los mosquitos o aumentando su número. "Es importante controlar la situación en las zonas de la UE con presencia de poblaciones de mosquito anófeles y aumentar la concienciación entre los profesionales sanitarios", recuerda el ECDC. "Esto garantiza que los casos sospechosos sean rápidamente identificados y comunicados".
Riesgo mínimo en España
La malaria fue erradicada en España en 1964. No obstante, en España se diagnostican unos 200 casos importados al año en españoles que viajan al extranjero o inmigrantes que la contraen en sus países.
En 2001, una mujer de Torrejón de Ardoz (Madrid) contrajo la enfermedad sin haber salido de la ciudad. La investigación de la Comunidad de Madrid concluyó que había sido un caso de "malaria de aeropuerto", es decir, que la había infectado un mosquito llegado a España en avión. Otra mujer, en este caso en Huesca, también enfermó el año pasado sin haber viajado a un país de riesgo. Los técnicos confirmaron que se trataba de un contagio autóctono en un contexto similar al del brote griego: área rural con temporeros originarios de zonas endémicas.
El mosquito anófeles vive en España, aunque su población, concentrada en el Ebro y la ribera mediterránea, es escasa. Aunque no sería raro que haya más casos aislados, según los expertos, no hay riesgo de que la enfermedad vuelva, gracias a medidas como las campañas de control de mosquitos y los sistemas de vigilancia vigentes.
Fuente: El Pais