La malaria, también denominada paludismo o fiebre biduoterciana, es una enfermedad parasitaria que se transmite al ser humano principalmente a través de la picadura del mosquito anofeles (aunque también puede transmitirse entre humanos infectados, particularmente entre la madre y el feto, o a través de transfusiones sanguineas). Algunos de sus síntomas son escalofríos, dolor de cabeza, náuseas y vómitos, dolor muscular, anemia, convulsiones e incluso coma.
Ante este problema, que se manifiesta particularmente en países cálidos y en las estaciones de más calor (que es cuando el mosquito se encuentra en el apogeo de su proceso vital), un equipo de investigación de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore acaba de publicar un artículo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences según el cual la modificación genética de los mosquitos puede ser una gran ayuda en la lucha contra esa enfermedad. En concreto, se trata de inmunizar a los propios insectos para que no puedan transmitir la malaria.
En la investigación que ha dado lugar al artículo, sus autores han demostrado que los mosquitos modificados tienen un 50% más de posibilidades de supervivencia que los que están infectados. De este modo, liberados en el ecosistema poco a poco pueden imponerse en número a estos hasta llegar a una situación ideal de gran mayoría de mosquitos sanos. Según el estudio, en nueve generaciones ya se llega a una proporción 70-30.
El título del artículo es Transgenic malaria-resistant mosquitoes have a fitness advantage when feeding on Plasmodium-infected blood.