La resistencia a los insecticidas es una conocida causa de fallos en tratamientos de plagas como las chinches o las cucarachas. Afortunadamente, en el caso de las termitas subterráneas, una plaga que origina grandes pérdidas económicas a nivel mundial, la resistencia a los insecticidas es poco probable que se produzca. El experto Steve Broadbent nos explica el porqué.
¿Es probable que los tratamientos insecticidas para controlar infestaciones de termitas subterráneas dejen de ser efectivos porque estos voraces insectos desarrollen resistencia? Esta parece ser una pregunta que se formulan técnicos del control de plagas en una tierra abundante en termitas: Australia.
Por suerte, Steve Broadbent, director regional de Ensystex Australasia tiene una respuesta tranquilizadora para ellos: la resistencia fisiológica en las termitas, suficiente para causar un fallo de control, generalmente se considera que es muy poco probable que ocurra, debido a las características de herencia genética de las termitas. Broadvent explica el porqué en un artículo de la revista Professional Pest Manager, que resumimos a continuación.
Poco intercambio genético
Las colonias de termitas subterráneas generalmente están formadas por un par monógamo de alados reproductores. Tras el vuelo de apareamiento, los futuros reyes y reinas caen al suelo, pierden las alas y buscan a sus parejas, ayudados en algunas especies por feromonas sexuales femeninas. Después de localizar un compañero, la hembra lidera la búsqueda de un nido adecuado bajo tierra, a donde se dirigen para aparearse y reproducirse.
Durante este proceso existe una alta mortalidad y, por lo tanto, se produce una selección intensa durante la etapa de fundación de la colonia. Se cree que tanto machos como hembras muestran selectividad en el proceso de búsqueda de pareja, ya que se aparean de por vida y comparten el intensivo cuidado de sus descendientes. Por ejemplo, tener un tamaño y peso corporal mayor puede ser ventajoso en la selección de pareja, ya que la primera generación de ninfas depende totalmente de las reservas de grasa de la pareja fundadora, a la espera de que se desarrollen las primeras obreras.
La diversidad genética y el parentesco influyen en el estado físico y la aptitud de las colonias de termitas. Se ha observado que los machos de Coptotermes formosanus se emparejan con hembras que muestran niveles altos de heterocigosidad, por ejemplo de colonias diferentes. Sin embargo, existe una sorprendente falta de evidencia que respalde la discriminación de los parientes en las termitas subterráneas durante la fundación de colonias, a pesar de los cada vez más abundantes estudios sobre los efectos negativos de la endogamia en muchas plantas y animales, incluidas las propias termitas subterráneas.
Un mecanismo clave que ayuda a potenciar en las termitas subterráneas el apareamiento entre individuos de diferentes poblaciones es la dispersión a grandes distancias de los alados, lo que reduce la probabilidad de que dos compañeros de nido se encuentren durante el apareamiento. Se estima que la distancia de vuelo de las especies Coptotermes está en un radio de 1 kilómetro. Estadísticamente, esto significa que el 90% de la actividad de apareamiento tendrá lugar con individuos que no son del mismo nido.
Después de su establecimiento, el crecimiento de la colonia comienza lentamente con una población típica en Coptotermes spp. de 20-90 individuos después de un año. Durante esta etapa de fundación, la colonia es una familia simple, con los reproductores monógamos originales y sus descendientes directos. Con la muerte de la pareja fundadora, los neoténicos (reproductores secundarios), pueden hacerse cargo de desarrollar una colonia familiar extendida, que mantendrá la misma genética. Dado que relativamente pocas colonias de termitas subterráneas sobreviven a la muerte de la pareja fundadora, podría ser que se produzca un costo evolutivo asociado con la reproducción neoténica.
Por otra parte, la fusión de colonias para crear grupos de familias mixtas, genéticamente más complejas, no se ha demostrado en el género Coptotermes.
De modo que en las termitas no se da la transmisión frecuente y rápida de genes de múltiples generaciones, como ocurre en especies como las moscas domésticas y las cucarachas, que tienen un ciclo de vida mucho más corto.
Efectividad de los termiticidas
La efectividad de los tratamientos realizados en suelos contra las termitas subterráneas dependerá en gran medida de factores como las propiedades del suelo, el biocida elegido o la dosis aplicada. Cuando se producen fallos y un tratamiento bien realizado no tiene el resultado esperado, probablemente es debido a variaciones en la toxicidad, repelencia, velocidad de intoxicación u otras características de los diferentes termiticidas.
Se han observado diferencias en la susceptibilidad a los tratamientos con determinadas sustancias activas en las termitas, entre y dentro de las colonias. En un estudio realizado por el USDA de EEUU, se dieron casos en que partes de la población dentro de una misma colonia tuvieron respuestas distintas frente a determinada sustancia activa, sugiriendo la presencia de rasgos mutantes o de la expresión de una representación fenotípica diferente del mismo genotipo.
Estas diferencias plantearon dudas sobre si existen entre las termitas diferentes tasas de penetración del insecticida, resistencia metabólica e insensibilidad al modo de acción de la sustancia activa. Teóricamente, el desarrollo de supervivientes más tolerantes a la exposición a los insecticidas en individuos reproductores secundarios (neoténicos) podría conducir a la formación de colonias más tolerantes. Pero este es, según Broadbent, un escenario poco probable en la realidad.
En el caso de los insectos no sociales, se deben completar varias generaciones para aumentar sustancialmente la frecuencia de genes, lo que hace que el tiempo de generación sea crítico para el desarrollo de la resistencia. Cuanto más frecuentemente están expuestas las generaciones, más rápidamente puede desarrollarse la resistencia.
En el caso de las termitas, la selección podría, en teoria, producirse en cualquier estadio que pueda convertirse en un reproductor primario o secundario. El desarrollo de reproductores a partir de individuos menos susceptibles prodría aumentar la frecuencia de genes dentro de la colonia en una sola generación. Dada a su alta tasa de reproducción y que las colonias de termitas suelen ser un sistema cerrado, estos rasgos podrían convertirse en muy estables dentro de la colonia. Que esto llegase a suceder dependeria de que los individuos menos susceptibles de la colonia estén lo suficientemente desarrollados (mutados) para tolerar una dosis del termiticida correctamente aplicada. Esto es, según Broadbent, muy improbable ya que las pruebas realizadas para establecer las dosis de uso de los termiticidas se realizan en un gran número de colonias genéticamente diferentes, en una amplia gama de ambientes.
En conclusión, según este experto, si bien no debemos bajar la guardia, es muy poco probable que la resistencia sea un factor relevante en la falta de efectividad de los tratamientos con termiticidas.
Fuente: Professional Pest Manager