Las formulaciones y modos de aplicación de los productos biocidas utilizados en el control de plagas han evolucionado hacia formas mucho más seguras para l@s técnicos aplicadores. Sin embargo, la protección frente a determinados peligros físicos, químicos, biológicos y ergonómicos sigue siendo necesaria y los Equipos de Protección Individual (EPI) son una herramienta crucial para ello.
Equipos de Protección Individual en el control de plagas
En las últimas décadas se han producido avances muy significativos en la seguridad de los productos para el control de plagas, con nuevas formulaciones y técnicas de aplicación.
Un ejemplo de ello es la introducción de los geles insecticidas para el control de cucarachas, uno de los productos más utilizados actualmente en el día a día de las empresas de control de plagas. Los geles insecticidas sustituyeron en gran medida a las pulverizaciones de insecticidas líquidos, lo cual es mucho más seguro, tanto para el/la técnic@ como para el cliente.
Sin embargo, la prevención de los riesgos propios de la actividad de control de plagas sigue siendo necesaria y siempre debería ocupar un lugar prioritario, tanto en la empresa como a nivel de cada técnic@. Para ello, se recomienda aplicar una correcta jerarquía de medidas de control del riesgo, de las que los Equipos de Protección Individual (EPIs) forman parte.
Así lo explica Natalie Bungay, Responsable técnica en la British Pest Control Association (BPCA), en PCC Magazine.
Jerarquía de control del riesgo
Los equipos de protección individual son medidas de protección cruciales en determinadas situaciones, sin embargo hay que tener claro que los EPIs son la última opción, y la menos efectiva, para controlar el riesgo.
Aplicar una jerarquía de control de riesgos correcta es la mejor práctica para reducir el riesgo en la actividad del control de plagas. Siempre se deben priorizar las medidas de eliminación o sustitución de productos o técnicas que implican un mayor peligro, así como los cambios necesarios en los procedimientos de trabajo, y sólo cuando éstas medidas no son viables dentro de la empresa es cuando se debería recurrir al uso de EPIs.
Algunos ejemplos de ello podrían ser el uso de gel insecticida en lugar de pulverización, el uso de insecticida premezclado listo para usar reduciendo así el contacto del personal con el producto, sustituir el uso de escaleras altas para realizar inspecciones por el uso de drones, o implementar medidas de control no químicas.
Cultura de la seguridad
A pesar de sus claros beneficios, existen algunos desafíos asociados al uso del EPI y el EPR, que pueden llevar a no usarlos, a usarlos mal o a que los equipos no cumplan su función protectora:
- Los factores culturales y de comportamiento tienen un gran peso en el uso del equipo de protección individual. Fomentar su uso constante requiere fomentar una cultura de seguridad dentro de la organización, que implica compromiso y educación continua, así como predicar con el ejemplo. El uso de equipos de protección individual en las empresas de control de plagas debería ser un compromiso, tanto por parte de las empresas, que están obligadas a suministrar y mantener los EPIs apropiados para el desarrollo de la actividad, como por parte del personal, que tiene la responsabilidad de seguir las instrucciones de la empresa para utilizarlos correctamente.
- La formación: L@s trabajador@s deben recibir formación sobre el uso correcto, el mantenimiento y las limitaciones de los EPP y EPR. Esto incluye técnicas adecuadas de colocación y retirada, y el reconocimiento de cuándo es necesario reemplazar el equipo.
- La selección adecuada de los equipos de protección individual: La selección de los EPIs y EPRs adecuados implica una evaluación exhaustiva de los riesgos para identificar los posibles peligros y seleccionar equipos adecuado para las tareas y las condiciones ambientales específicas. La comodidad y la facilidad de uso de los equipos es relevante, aquellos que son incómodos o engorrosos pueden desalentar su uso, por lo que equilibrar la protección con la comodidad es esencial para garantizar el cumplimiento. El coste de los EPIs es otro factor a valorar. Aquellos que son de calidad alta pueden ser caros, pero invertir en seguridad puede reducir los costos generales asociados con las lesiones y enfermedades en el lugar de trabajo.
- El correcto mantenimiento de los equipos: la inspección y el mantenimiento periódicos de los EPI y los EPI son fundamentales. Un equipo dañado o desgastado puede no proporcionar la protección adecuada. En este sentido, las pruebas de ajuste son esenciales para garantizar un sellado adecuado y una protección eficaz de los EPIs. Esto es especialmente importante en el caso de los respiradores, que deben formar un sello hermético alrededor de la nariz y la boca. Si no se puede obtener el EPI adecuado, no se debe poner a los trabajador@s a trabajar en un lugar en el que su uso sería necesario para proteger la salud, por ejemplo en recintos confinados, durante tratamientos por fumigación o en la manipulación de productos tóxicos o corrosivos.
¿Qué EPIs se utilizan en control de plagas?
Los equipos de protección individual (EPIs) utilizados más comúnmente en el control de plagas abarcan una amplia gama de productos diseñados para proteger diferentes partes del cuerpo frente a peligros físicos, químicos, biológicos y ergonómicos.
- La cabeza: las gorras protectoras y cascos de seguridad protegen contra lesiones en la cabeza causadas por la caída de objetos o golpes accidentales. Son importantes para espacios con riesgo de golpes, como áticos o lugares en construcción. Por ejemplo, serían imprescindibles para instalar una red para aves en un tejado.
- Los ojos: las gafas de seguridad y las pantallas faciales evitan lesiones causadas por partículas en el aire, salpicaduras de productos químicos y luz intensa. También pueden utilizarse, por ejemplo, para limpiar y retirar excrementos de aves.
- Las manos: los guantes protegen contra productos químicos, cortes, abrasiones y peligros térmicos. Se necesitarán diferentes niveles de protección según la tarea en cuestión; por ejemplo, para revisar las cajas de cebos es posible que solo sea necesario un buen par de guantes desechables, pero para rociar y nebulizar se necesitará un material más resistente para evitar la absorción de productos químicos.
- Los pies: las botas y los zapatos de seguridad previenen lesiones por caída de objetos, pinchazos y resbalones.
- El cuerpo: Los monos y trajes de protección protegen contra salpicaduras de productos químicos, superficies calientes y agentes biológicos. También los trajes de protección frente a abejas y avispas, con protección facial, deberían formar parte importante del equipo de un/a controlador/a de plagas.
- El sistema respiratorio: Muy de destacar son los Equipos de Protección Respiratoria (EPRs), específicamente diseñados para proteger el sistema respiratorio frente a la inhalación de sustancias peligrosas.
El EPR es fundamental en entornos en los que existe exposición a formulaciones en polvo, humos, vapores y gases fumigantes, que pueden provocar enfermedades respiratorias o agravar las afecciones existentes. Los respiradores desechables se utilizan para protegerse contra las partículas, los respiradores de media cara proporcionan un mayor nivel de protección contra el polvo, los humos y las nieblas, mientras que los respiradores de cara completa ofrecen protección para toda la cara y se utilizan en entornos con gases y vapores tóxicos.
Comprender la importancia de los equipos de protección individual, seleccionar aquellos adecuados y garantizar su uso y mantenimiento correctos, es clave para que l@s trabajador@s puedan realizar sus tareas de forma segura y eficiente, evitando lesiones agudas y problemas de salud a largo plazo.
Fuente: bpca.org.uk