Biosensores desarrollados en la Universidad de Michigan (EEUU) a base de tiras de papel impregnadas con nanotubos de carbono pueden detectar de manera rápida y económica la presencia de toxinas o productos químicos tóxicos en el agua potable.
Detección de toxinas o productos tóxicos en el agua
Las investigaciones para desarrollar el biosensor se centraron en la detección de la toxina Microcistina-LR, un compuesto químico producido por las cianobacterias, o algas verde-azules, pero la tecnología puede ser fácilmente adaptada para detectar una variedad de productos químicos nocivos o tóxicos en el agua o los alimentos.
Cyanobacterias, W.Commons |
Ingenieros de la Universidad de Michigan condujeron el desarrollo del nuevo biosensor, que puede detectar la Microcistina-LR 28 veces más rápido que los métodos habituales. Esta toxina es aparentemente, incluso en cantidades muy pequeñas, responsable potencial de daños en el hígado, siendo una de las principales causas de contaminación biológica en el agua potable.
Las plantas de tratamiento de aguas, incluso en países desarrollados, no pueden eliminar la Microcistina-LR por completo ni pueden testear su presencia con la suficiente frecuencia, según N.Kotov, director del proyecto.
El biosensor proporciona una manera rápida, económica, portátil y sensible de verificar la seguridad del agua, que podría permitir a las plantas de tratamiento de agua u otros tipos de instalaciones un monitoreo sobre una base más regular.
Un artículo sobre esta tecnología, que puede ser fácilmente adaptada para detectar una variedad de productos químicos nocivos o tóxicos en el agua o los alimentos, está publicado en Nano Letters.
El biosensor
El sensor funciona mediante la medición de la conductividad eléctrica de los nanotubos en el papel. Antes de que los nanotubos se impregnen en el papel, se mezclan con anticuerpos para la Microcistina-LR. Cuando el papel entra en contacto con agua contaminada con la toxina, los anticuerpos se liberan de los nanotubos y se vinculan a la Microcistina-LR.
Este proceso produce cambios en la conductividad eléctrica de los nanotubos, que son medidos por un monitor externo. Todo el dispositivo es del tamaño de una prueba de embarazo casera y los resultados aparecen en menos de 12 minutos.
Para adaptar el biosensor a otras toxinas simplemente se deberían sustituir los anticuerpos por otros que se unan a la toxina que se desea detectar.
Fuente: Universidad de Michigan