Entre los protozoos parásitos transmitidos a través del agua capaces de provocar grandes brotes diarreicos entre la población, destacan Cryptosporidium y Giardia. Ambos presentan una resistencia extrema a la desinfección química y pueden estar presentes en todo tipo de fuentes hídricas. Un caso difícil para las plantas potabilizadoras, que no consiguen siempre eliminar sus quistes y ooquistes por completo. Un estudio realizado en Aragón lo confirma.
El agua potable que bebemos no siempre está libre de protozoos patógenos
Cryptosporidium y Giardia son los parásitos que provocan más brotes diarreicos de origen hídrico en los países desarrollados. Para sobrevivir, ambos necesitan infectar las células epiteliales del tracto digestivo de animales vertebrados, incluido el hombre.
Consiguen infectar nuevos huéspedes por via fecal-oral, por contacto directo o indirecto con heces infectadas, ya sea a través de personas, animales o alimentos contaminados, como por contacto con aguas recreacionales, aguas de piscinas o aguas de consumo en las que estén presentes sus quistes y ooquistes, los estados vegetativos de resistencia e infección de estos parásitos.
El factor agua como via de transmisión de Cryptosporidium y Giardia ha sido objeto de estudio de investigadores de la Universidad de Zaragoza, que han analizado la presencia de quistes y ooquistes de los dos parásitos en las plantas potabilizadoras de las 20 localidades más pobladas de Aragón.
Durante tres años (2013-2015) tomaron muestras en diferentes épocas del año, tanto del agua no tratada que entra en las potabilizadoras, como de la tratada que sale potable con destino al consumidor y, tras analizarlas, hallaron ooquistes de Cryptosporidium y quistes de Giardia en un 55% y 70% respectivamente. Nueve de las plantas potabilizadoras dieron positivo para ambos protozoos y sólo en cuatro plantas no se registró ninguno de los dos durante todo el estudio.
La presencia de ambos patógenos en el agua de entrada a las plantas fué constante durante todo el año, con una menor frecuencia en otoño y un máximo en invierno, especialmente Giardia, que tuvo una concentración media de 1,25 quistes por litro.
En el agua saliente de las plantas potabilizadoras, lista para el consumo, se identificaron uno o los dos patógenos en 7 de las 11 plantas en las que se realiza un tratamiento convencional completo, con las etapas de coagulación, floculación (adición de agentes para facilitar posterior decantación de sustancias), sedimentación, filtración y procesos de desinfección, y también en 4 de las otras 9 potabilizadoras, donde no se aplica alguno de esos pasos de precloración.
La concentración media de protozoos hallados en las 11 plantas que dieron positivo fué de 88 ooquistes de Cryptosporidium y 37 quistes de Giardia por cada 100 litros de agua, la mayoría de ellos potencialmente viables. Según los autores, las concentraciones halladas son bajas y no representan un riesgo sanitario, pero no hay que perder de vista que, en determinadas circunstancias estos parásitos pueden convertirse en un problema serio de salud pública.
Como muestran los resultados, las técnicas de potabilización no son completamente eficaces para eliminarlos del agua o inactivarlos, ya que si consiguen pasar los procesos de filtración no es posible eliminarlos con la posterior cloración. Por lo que, si su concentración es muy elevada en el agua entrante a la potabilizadora, en la de salida podrían mantenerse en cantidad suficiente para desencadenar un brote de diarrea.
Joaquín Quílez, uno de los autores del estudio, destaca la falta de legislación sobre los protozoos en el agua, que no establece límites en las concentraciones de estos patógenos. La actual normativa deja a criterio de las autoridades sanitarias la decisión de investigar o no la presencia de Cryptosporidium y Giardia en el agua potable y sólo en casos concretos, como cuando se confirma la presencia de Clostridium y la turbidez del agua es muy alta (superior a 5 UNF o unidades nefelométricas de turbidez). Dado que la concentración de estos parásitos en el agua habitualmente es baja, las técnicas para detectarlos son muy costosas y no se realizan de forma rutinaria.
Asimismo, Quílez afirma que aunque el estudio se ha realizado en Aragón, los resultados son similares en otras zonas de España, según estudios realizados en Galicia, País Vasco y zona centro.