
Los envases y utensilios de silicona de calidad alimentaria pueden ser de gran utilidad en las cocinas profesionales, ofreciendo versatilidad y eficiencia cuando se utilizan de manera adecuada. No obstante, como ocurre con cualquier material en contacto con alimentos, su seguridad depende en gran medida de la calidad del producto y de su correcto uso.
Silicona de calidad alimentaria
La silicona se ha consolidado como un material de referencia en las cocinas profesionales. Su flexibilidad, resistencia térmica, antiadherencia natural, durabilidad, peso ligero y facilidad de limpieza han hecho que tanto pequeños utensilios como moldes, espátulas y envases se fabriquen cada vez más con este polímero sintético. No obstante, siempre que estos objetos entren en contacto directo con los alimentos, la silicona de la que están fabricados debe ser de calidad alimentaria.
No existe una legislación europea específica para la silicona alimentaria, por lo que la certificación y la calidad del fabricante son claves para garantizar la seguridad. Busca siempre el etiquetado “grado alimentario” o “food grade” y certificaciones como FDA (Estados Unidos) o LFGB (Europa). La ausencia de estos sellos puede indicar que el producto no ha pasado controles de seguridad y ensayos de migración adecuados.
Según la Agència Catalana de Seguretat Alimentària, la silicona más segura es la certificada como "De Grado Alimentario" (food-grade) o la "Silicona Platino" (platinum silicon), que no liberan sustancias tóxicas en contacto con los alimentos a altas temperaturas.
El riesgo de liberación de sustancias químicas a los alimentos aumenta si se utilizan productos de silicona de baja calidad o no certificados para uso alimentario.
Recomendaciones para un uso seguro
Los productos de silicona de calidad alimentaria deben utilizarse correctamente para garantizar un uso seguro. Algunas recomendaciones para ello son:
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Comprar siempre silicona certificada para uso alimentario, preferentemente con marcado de conformidad (símbolo de copa y tenedor).
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No exceder las temperaturas indicadas por el fabricante.
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Evitar el contacto directo con fuentes de calor intensas, como resistencias eléctricas o llamas, a menos que el producto esté específicamente diseñado para ello.
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Antes del primer uso, lavar el producto con agua caliente y jabón, y luego hornearlo vacío durante 2 horas a 200 °C. Esto ayuda a eliminar residuos de fabricación.
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Inspeccionar regularmente el estado de la silicona: ante grietas, pegajosidad, cambios de color, olores extraños, o desprendimiento de material, desechar el utensilio.
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Evitar la limpieza con estropajos abrasivos que puedan dañar la superficie.
¿Cómo reconocer la silicona de calidad alimentaria?
Distinguir una silicona de calidad alimentaria de una de baja calidad puede no ser evidente a simple vista. Algunos indicios para diferenciarlas son:
- Certificaciones visibles: buscar productos que indiquen expresamente cumplimiento de normativas, como la LFGB, para materiales en contacto con alimentos.
- Olor: si el producto nuevo desprende un olor químico fuerte y persistente tras un primer lavado, es una señal de mala curación o baja calidad.
- Textura y color: la silicona alimentaria de calidad suele tener un tacto ligeramente sedoso, no pegajoso ni graso. Los colores intensos no son problemáticos, pero si el material destiñe al frotarlo con un paño húmedo, debe descartarse.
- Flexibilidad y recuperación: una buena silicona se deforma fácilmente pero recupera su forma original rápidamente, sin agrietarse ni romperse. Si al estirar, pellizcar o girar el molde aparecen manchas o marcas blancas, es señal de que contiene rellenos o aditivos y no es silicona de calidad alimentaria.
- Precio razonable: si el precio es sospechosamente bajo respecto al mercado, es probable que el producto sea de baja calidad.
- Si el molde pierde color, se deforma, se decolora o amarillea con el uso, es probable que no sea de silicona platino ni de calidad alimentaria
Microplásticos y bisfenoles
Una de las preocupaciones actuales en seguridad alimentaria es la posible migración de compuestos, como el bisfenol A (BPA) o fragmentos de polímeros (microplásticos), desde los utensilios de cocina hacia los alimentos. En el caso de la silicona de calidad alimentaria estos peligros no son relevantes si la silicona es de alta calidad.
- Bisfenoles: La silicona está hecha principalmente de silicio, oxígeno, carbono e hidrógeno y, a diferencia de los plásticos derivados del petróleo, no necesita la adición de bisfenoles para su fabricación. Sin embargo, productos de silicona de baja calidad podrían estar contaminados o fabricados con aditivos no autorizados.
- Microplásticos: Aunque la silicona no es biodegradable no genera microplásticos como los plásticos convencionales. La silicona puede liberar micropartículas inertes con el tiempo o por un mal uso, pero éstas no presentan el mismo riesgo de toxicidad, ni los problemas ambientales asociados a los microplásticos.
En conclusión, la silicona alimentaria de alta calidad es una alternativa segura y preferible al plástico para utensilios y envases de cocina, siempre que se utilice correctamente y se elijan productos certificados.