Las termitas se alimentan de la celulosa descompuesta de la madera y gustan de vivir en ambientes cálidos y húmedos. Los edificios de las ciudades son para ellas un magnífico lugar donde alimentarse.
En la ciudad de Madrid, como en muchas otras ciudades, la presencia de termitas es normal. Comparten la vida con nosotros desde el subsuelo y van avanzando a través de galerías, vigas, muebles, etc. Las colonias que se han podido ver suelen contar con unos tres mil individuos y son muy voraces. Por ello, aún siendo conscientes de que su desaparición total es imposible, sí es necesario tomar algunas medidas porque de otro modo peligran las estructuras de no pocos edificios: convento de las Descalzas Reales, teatro María Guerrero, etc.
Las zonas de más presencia de colonias son la parte central, que reúne los edificios históricos (con mucha madera en su estructura), y las vaguadas naturales como la ribera del río Manzanares. En este último caso tenemos el edificio llamado la Corona de espinas, cercano a la zona de Moncloa. En este caso el problema no es la propia estructura del edificio sino la alta presencia de vegetación interior. El asunto no es baladí, ya que la construcción alberga el Instituto del Patrimonio Histórico Español.
Existen dos métodos básicos para terminar con las termitas:
- Colocando barreras en el perímetro de los edificios afectados cuyas vigas son taladradas y rellenadas de veneno.
- Vertiendo celulosa sobre cebos en unaprimera instancia y después cambiando los cebos por hexaflumurón para provocar el nacimiento de crías malformadas y de muerte segura.
Resumen del artículo Termitas al acecho, publicado en El País.