La leishmaniosis es una enfermedad zoonótica generalizada, que puede transmitirse a animales y humanos por sus vectores; los flebótomos hematófagos. Varias especies de flebótomos están presentes en Europa, especialmente en la región mediterránea, y su control, que requiere un enfoque integrado y específico, es esencial para prevenir esta enfermedad.
Los flebótomos, también llamados moscas de la arena, son pequeños insectos (1,5-3,5 mm) con apariencia peluda, ojos grandes negros y patas largas, con forma de zancos. Pueden distinguirse de otras moscas pequeñas por sus alas, que son peludas y se extienden en un ángulo de 40º sobre el cuerpo cuando la mosca está en reposo o se alimenta de sangre.
La vigilancia de las moscas de la arena es importante, ya que son vectores, entre otras enfermedades, de la leishmaniasis humana y canina. Al igual que sucede con otros vectores de enfermedades, su control requiere un enfoque integrado, que utilice varios métodos diferentes y que se adapte a la situación local.
En Europa existen dos ciclos de transmisión endémicos de la enfermedad: la leishmaniasis humana visceral y cutánea, causada por el parásito Leishmania infantum en toda la región mediterránea, y la leishmaniasis cutánea humana causada por Leishmania tropica, que esporádicamente ocurre en Grecia. Muchos casos de leishmaniasis humana en la UE son importados, después de viajar a países tropicales.
Un artículo publicado en la revista Research in Veterinary Science, hace una revisión sobre el control de los flebótomos y sus actuales limitaciones.
Métodos de control
El control ambiental de las larvas de las moscas de la arena es dificil y tiene un valor práctico limitado, ya que los lugares de cría son diversos y, en algunas especies, todavía desconocido. La efectividad de la aplicación de enemigos naturales de las moscas de arena como larvicidas es pues limitada y se necesita todavía investigación para evaluar posibilidades efectivas de control biológico.
Para el control selectivo de los adultos (machos y hembras) se están evaluando cebos tóxicos con atrayentes (azúcar), pulverizados en la vegetación o colocados dentro de estaciones de cebo. También existen investigaciones en curso para desarrollar nuevos productos contra la mosca de la arena, con bajo impacto en el medio ambiente, personas y animales, incluidos los extractos naturales de plantas.
Aunque se han notificado resistencias en algunas especies, los flebótomos son susceptibles a los insecticidas, como los piretroides y neonicotinoides. Por lo que la fumigación residual de casas y refugios para animales es una estrategia de control eficaz en ambientes peridomésticos. También puede ser eficaz la aplicación de insecticidas en los lugares de descanso de las moscas, si se conocen. En interiores, el uso de redes tratadas con permetrina como medida de protección personal para prevenir las picaduras puede complementar la acción del rociado residual.
Conocer las áreas de riesgo
La distribución de las moscas de la arena se limita a zonas con temperaturas superiores a 15ºC durante, al menos, tres meses al año. Por debajo de los 10ºC los flebótomos necesitan entrar en un estado inactivo para sobrevivir el invierno, reduciendose así la población reproductora.
Además, requieren suficiente humedad en el ambiente, porque la humedad es un factor importante para la supervivencia de sus huevos, que ponen en grietas y agujeros en el suelo o en edificios, madrigueras de animales o entre raíces de árboles. Sin embargo, tras los picos de lluvia se producen reducciones en el número de moscas de la arena, ya que el exceso de precipitación reduce la cantidad de sitios de descanso diurnos adecuados para los insectos adultos y limita también su actividad de vuelo. Asimismo, un exceso de lluvia provoca la muerte de los estadios inmaduros.
Esto significa que conocer bien la biología y el ciclo de vida del vector es clave para su control. Por ejemplo, al mapear las temperaturas ambientales es posible predecir las áreas de alto riesgo, donde las densidades de vectores serán mayores.
Proteger a los perros
La leishmaniosis es una enfermedad que causa la muerte a la mayoría de perros afectados por ella si no reciben tratamiento y una vigilancia posterior, ya que el parásito causante no se elimina totalmente con el tratamiento y se pueden producir recaidas.
Aunque existen varias estrategias, la mejor medida de control para prevenir la Leishmania infantum canina es tratar a los perros utilizando formulaciones tópicas biocidas, basadas en insecticidas autorizados (TPs18) o repelentes (TPs19) (en collares o aerosoles, por ejemplo) durante el período en que los vectores están activos.
A través de la introducción de perros infectados, la aparición de vectores potenciales puede ser un factor de riesgo real de la dispersión de Leishmania infantum en áreas no endémicas. Mejorar la conciencia de los dueños de mascotas de la necesidad de la aplicación tópica de repelentes de forma regular, como medida preventiva contra la picadura de la mosca de la arena, es una excelente manera de controlar y prevenir la expansión de la infección en los perros.
Un enfoque de One Health
Las autoridades sanitarias y los profesionales involucrados en salud pública y animal (veterinarios, médicos, entomólogos y epidemiólogos) deben trabajar juntos en un enfoque de One Health, para poder minimizar la infección por Leishmania. Asimismo, predecir la ocurrencia de los vectores a través de sistemas de información geográfica (SIG) y detectar de forma remota regiones específicas, proporcionaría información útil en la que basar el diseño de las intervenciones de control apropiadas de los flebótomos y de cuándo se deben aplicar.
Fuentes: ECDC y Controlling phlebotomine sand flies to prevent canine Leishmania infantum infection: A case of knowing your enemy, Research in Veterinary Science