Limpieza y desinfección de las piscinas

Limpieza y desinfección de las piscinas

tratamiento del agua

El uso recreativo del agua en las piscinas debe ir acompañado de un cuidadoso control de su higiene y desinfección, de acuerdo con la normativa vigente. La presencia de microorganismos nocivos, algas, o desequilibrios químicos del agua pueden dañar la salud de los usuarios de la piscina, por lo que es importante una correcta aplicación tanto de desinfectante como de sustancias correctoras del pH del agua.

 

Con la llegada de temperaturas más altas, pronto se incrementará el uso recreativo y refrescante de las piscinas. Dada la importancia que tiene el uso de estos vasos para la salud humana, es imprescindible mantenerlos en un perfecto estado de higiene y desinfección, de acuerdo a la normativa nacional vigente: el Real Decreto 742/2013, de 27 de septiembre, por el que se establecen los criterios técnico-sanitarios de las piscinas.

En este RD se fijan parámetros y valores paramétricos a cumplir en el agua de las piscinas y su frecuencia mínima de muestreo para asegurar un alto nivel de protección de la salud de los usuarios.. Estos valores se basan principalmente en motivos de salud pública y en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

Limpieza y desinfección de las piscinas
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Productos biocidas para el tratamiento del agua

Para controlar la presencia de organismos nocivos en el agua es habitual tratarla con productos químicos desinfectantes, principalmente el cloro y, en menor medida, el bromo. Las sustancias biocidas utilizadas en el tratamiento del agua de las piscinas deben estar autorizadas como TP2 (Desinfectantes y alguicidas no destinados a la aplicación directa a personas o animales).

La desinfección continua del agua de la piscina es necesaria por dos motivos. El primero es la higiene; el desinfectante detruye virus, bacterias, parásitos, etc. y elimina el riesgo de contaminación. Y el segundo motivo es la seguridad, al desinfectar se impide el crecimiento de algas y se mantiene el agua limpia. El agua sin desinfectante se deteriora rápidamente por la proliferación de algas y bacterias, aunque la piscina no se utilice.

Antes de iniciar cualquier tratamiento en una piscina, es necesario conocer su capacidad para poder calcular exactamente las dosis de productos químicos que se deben agregar al agua.

Desinfección del agua con cloro

Los productos clorados son las sustancias que se utilizan con mayor frecuencia en el tratamiento del agua de las piscinas, debido a su alto poder desinfectante. Todos ellos producen ácido hipocloroso (HClO) al reaccionar con el agua. El ácido hipocloroso es un ácido débil que se disocia a hipoclorito (ClO-) en el agua según el valor del pH del agua. La suma de estas 2 formas del cloro constituye lo que se llama el cloro libre, que es forma que posee el mayor poder desinfectante y oxidante.

La cualidad desinfectante del cloro es debida a su capacidad para oxidar la materia orgánica con la que entra en contacto, ya sean elementos vivos (gérmenes, algas) o inanimados (amoniaco, urea, etc). En este proceso, la molécula del cloro se transforma y pierde su poder oxidante. Al cloro resultante de la combinación del cloro con el amoniaco y la materia orgánica que contiene el agua se le llama cloro combinado. Esta forma tiene un poder desinfectante muy bajo y su presencia causa irritaciones y malos olores. Por último, la suma del cloro libre y el cloro combinado constituye el cloro total. 

¿Cuál es el valor óptimo del cloro residual en la piscina? El RD  742/2013 establece para el cloro libre 0,5 – 2,0 mg/l.  y para el cloro combinado ≤0,6 mg/l.

 

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La importancia del pH del agua y su relación con el cloro

Además de la correcta dosificación y aplicación del biocida, para conseguir una piscina limpia y químicamente equilibrada hay que controlar un parámetro que incide sobre efectividad del cloro: el pH del agua. 

El pH del agua es un valor muy a tener en cuenta en la piscina, ya que la acción del cloro depende directamente de él. El pH nos indica el grado de acidez del agua, con valores que van del cero (el valor más ácido) al 14 (el más alcalino).  El RD 742/2013 establece para el pH un valor paramétrico comprendido entre 7,2 y 8,0. 

Desajustes en los pHs producen una serie de efectos negativos, tanto para los usuarios de la piscina como para la instalación. Un pH bajo provoca irritación de ojos y mucosas, corrosión de los materiales de metal, deteroro del vaso y un uso excesivo de desinfectante. Mientras que un pH alto provoca irritaciones de ojos y mucosas, destrucción de la capa natural protectora de la piel, turbidez en el agua, disminución del efecto de desinfección y precipitación de cal en el agua con formación de incrustaciones.

En las aguas con un pH alto, la mayor parte del ácido hipocloroso (cloro activo) se convierte en ión hipoclorito (cloro potencial), una forma de cloro con muy bajo poder desinfectante. Por lo que es importante mantener un valor de pH adecuado para obtener una desinfección eficiente. En las aguas con un pH básico, disminuye el porcentaje de ácido hipocloroso, y aumenta el del ión hipoclorito con un poder oxidante inferior, de manera que disminuye el poder desinfectante.

Dado que la cantidad de cloro a aplicar en el agua está muy condicionada por el valor de pH del agua,  se recomienda conseguir un nivel óptimo de pH antes de clorar. El pH del agua puede modificarse por la adición de sustancias ácidas o básicas (correctoras de pH).

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Problemas más frecuentes con el agua de la piscina

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Fuente: HANNA Instruments

 

 

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