Transmisión de Covid-19 en piscinas y spa

Transmisión de Covid-19 en piscinas y spa

tratamiento del agua

En una situación de normalidad, estos días se iniciaría la temporada de mayor afluencia de bañistas en piscinas públicas y privadas. En algún momento del verano probablemente podremos volver a refrescarnos o relajarnos en aguas recreativas, pero ¿cual es el riesgo de transmisión de Covid-19 en espacios destinados a actividades acuáticas? El CSIC ha elaborado un informe que reúne los conocimientos disponibles sobre esta cuestión.

 

Un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha elaborado un informe sobre la transmisión del virus SARS-CoV-2 en espacios destinados al baño y otras actividades acuáticas, que resume los conocimientos actuales disponibles en la literatura científica sobre este tema. De los distintos ambientes tratados en el informe, como playas, ríos o lagos, destacamos a continuación algunos aspectos relacionados con la transmisión de la Covid-19 en instalaciones que utilizan agua tratada, como piscinas (cubiertas y cerradas) y spas.

La principal via de transmisión en estos ambientes se considera las secreciones respiratorias expelidas en aerosoles y el contacto cercano entre personas, potenciado por las aglomeraciones de personas que pueden darse en las piscinas y los objetos de uso común que pueden actuar de mecanismo de contagio por contacto indirecto.  Es decir, la transferencia directa de gotitas respiratorias o la depositación de las mismas sobre diversas superficies generando fómites  (objetos carentes de vida capaces de transmitir patógenos) accesibles a los bañistas.

Piscinas descubiertas

Los datos disponibles hasta el momento indican que los coronavirus, como el SARS-CoV-2, son particularmente susceptibles a los métodos convencionales de tratamiento del agua que usan filtración y desinfección, como los de la mayoría de los sistemas municipales de agua potable, que deberian eliminar o inactivar el SARS-CoV-2.

Por su parte, los propietarios y operadores de las piscinas deben seguir las indicaciones técnico-sanitarias que establece la normativa vigente ( Real Decreto 742/2013, de 27 de septiembre, por el que se establecen los criterios técnico-sanitarios de las piscinas) para asegurar el adecuado funcionamiento y mantenimiento de las instalaciones. Cumplir la normativa vigente de referencia se hace extensivo a otras instalaciones, como piscinas comunitarias, jacuzzis, spas y áreas de juego con agua, para garantizar la seguridad y la calidad del agua.

Considerando los datos disponibles, los autores del estudio indican que cabe pensar que las concentraciones de cloro libre recomendadas en el agua de piscinas (1-3 mg/L) serían suficientes para la inactivación del virus, y por lo tanto, suficientes para evitar los riesgos de contaminación durante el baño. Y destacan que se debe realizar una monitorización correcta de las concentraciones de cloro libre presentes en todo momento en el agua de baño para garantizar la capacidad antimicrobiana necesaria para evitar la contaminación.

En la mayoría de las piscinas se regula el pH del agua entre 7.1 o 7.6, lo que asegura una correcta capacidad antimicrobiana del cloro que se tiene que mantener entre 1- 3 mg/L. Es necesario mantener dichas características de manera constante durante la natación y en ausencia de ésta. Ello puede ser factible sin mayor dificultad en piscinas que disponen de personal para su mantenimiento. En ausencia de dicho personal, posible en el caso de piscinas privadas comunitarias o particulares, deben implementarse las medidas necesarias para asegurar dicha desinfección permanente. 

El estudio cita las recomendaciones del CDC de EEUU para los administradores de parques acuáticos, que se resumen en mantener las piscinas adecuadamente limpias y desinfectadas (1-10 ppm de cloro libre o 3-8 ppm de bromo libre y pH entre 7.2 y 8).

Otro aspecto destacable es mantener la higiene de los usuarios, que deben seguir las recomendaciones actuales de lavado de manos y cara con jabón, preferiblemente en la ducha previo ingreso en la piscina.

También deben asegurarse las condiciones higiénicas de las zonas aledañas al vaso, con desinfección estándar basada en limpieza frecuente con lejía diluida u otros desinfectantes permitidos.

En cuanto al aire, la situación es similar a la de otros espacios abiertos, pero puede existir la posibilidad de una mayor producción de aerosoles por la proximidad con superficies del agua. Sin embargo, es de esperar que el sistema utilizado en la desinfección del agua de la piscina también actúe limitando la viabilidad de las posibles partículas virales en los aerosoles que puedan existir en las proximidades.

 

Piscinas cubiertas

Respecto al agua, no habrían diferencias significativas entre las piscinas cubiertas y las descubiertas. 

Sin embargo, si las hay respecto al aire, ya que en entornos cerrados la concentración del virus en el aire puede ser más elevada y el riesgo de contagio más probable. En este sentido, además de lo citado en piscinas descubiertas, aplicarian también las indicaciones vigentes para otros recintos cerrados y climatizados. 

 

Saunas y spas

La estabilidad de SARS-CoV-2 sobre superficies como métales o plásticos es de especial relevancia en estas instalaciones.

La estabilidad de un virus puede medirse por su “vida media” pero el dato relevante es el tiempo máximo en el que se siguen detectando virus infecciosos. En el caso de SARS-CoV-2 la persistencia parece ser muy variable en función de la superficie, y es posible detectar virus infecciosos hasta 4 h en superficies de cobre, 24 h en cartón y madera, entre 48 y 96 h en acero inoxidable, y en un rango especialmente amplio (de 7 a 96 h) en materiales plásticos.

No obstante, los estudios realizados en este ámbito demuestran que aunque SARS-CoV-2 es estable en un entorno favorable, los métodos estándar de desinfección, como la desinfección con lejía diluida 1:49 y 1:99 o etanol al 70% lo inactivan eficazmente.

La información científica disponible sobre la supervivencia del virus en distintas condiciones ambientales es escasa, pero indican una supervivencia reducida de SARS-CoV a temperaturas elevadas, y una variación en la sensibilidad a la temperatura en función del tipo de superficie en la que se encuentra el virus. En general, los estudios experimentales muestran una relación entre temperaturas más altas y niveles de humedad y una supervivencia reducida del SARS-CoV-2 en el laboratorio, sin embargo en ambientes reales fuera del laboratorio, existen otros factores que pueden influir y determinar las tasas de transmisión entre humanos.

 

Fuente: INFORME SOBRE TRANSMISIÓN DEL SARS-CoV-2 EN PLAYAS Y PISCINAS , CSIC

 

 

 

 

 

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